Quito cumple hoy 489 años de fundación y cerrará este 2023 con la proyección de ser el cantón con la mayor población del país, con más de 2,8 millones de habitantes. Pero así como crece el número de habitantes, aumentan también las necesidades más básicas de los quiteños y que se vieron mermadas con la pandemia del COVID-19.

Si bien las estadísticas revelan una recuperación económica a casi terminar el 2023, las cifras aún no llegan a los números del 2019. La pobreza en ese año en Quito fue del 12 % y en el presente año cerraría en el 15 %.

A pesar de que la capital supera a otras ciudades en la generación de ingresos, esto no ha sido suficiente para crear nuevos puestos de trabajo. Algunas cifras: en el tercer trimestre de este año, Quito se mantiene como la segunda ciudad del Ecuador con una tasa de empleo adecuado del 55,4 %, después de Cuenca que la supera con el 58,3 %. El desempleo bordea el 8 %.

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Hay sectores de la economía de la capital que han crecido entre un 8 % y 10 % en lo que va del año, como la manufactura, metalurgia, comercio y turismo. Solo este último sector aspira a facturar a fines de este año alrededor de $ 1.000 millones.

Lo que preocupa ahora a los quiteños es que esta ligera recuperación económica de Quito se frene por el incremento de la criminalidad y la violencia, que se han regado en todo el país, superando los niveles históricos, y que van afectando de manera desafortunada el tejido social.

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Los impactos negativos ya son evidentes no solo en el desarrollo económico del país, sino de las actividades económicas grandes y pequeñas y en la ciudadanía que se priva del disfrute de su ciudad, del encuentro entre barrios, con la comunidad y sus vecinos.

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Hoy, los quiteños demandan de las autoridades nacionales y locales iniciativas transformadoras para vincular las políticas públicas efectivas con la población, la eliminación de brechas de todo tipo y empezar a trabajar para construir una ciudad libre de violencias. (O)