La complejidad del cuerpo humano siempre le fascinó a Alejandro.

Eso fue, en parte, lo que lo empujó a estudiar Medicina en la Universidad de Guayaquil. Ahora, con 24 años, se encuentra realizando la rural.

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Aunque su curiosidad fue su principal motivador, admite que no fue lo único que lo impulsó a ser doctor: su familia también influyó.

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De niño vio cómo un tío suyo, también médico, inspiraba respeto en su familia. Todos lo escuchaban atentamente y hacían caso a sus consejos: “Al crecer dices ‘yo también quiero eso para mí’”, explica.

En algún momento de su niñez quiso cursar otra rama de estudios, pero su madre rechazó la idea. Le dijo que no escogiera una de esas carreras en las cuales “se moriría de hambre”, recuerda.

El prospecto de ganar bien más adelante en su carrera y de ayudar a los que lo necesitan también lo movieron.

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Hubo un total de 22.449 postulaciones a la carrera de Medicina en la educación superior pública en 2022, según los últimos datos de la Secretaría de Educación Superior, Ciencia, Tecnología e Innovación (Senescyt), probablemente motivados por razones similares a las que expone Alejandro. Medicina fue la cuarta opción más demandada en universidades en ese año.

Estos aspirantes disputan muy pocos cupos. En el primer proceso de postulación de 2023, por ejemplo, solo hubo 1.161 cupos para Medicina.

Esta no es la única carrera sobrecargada. La proporción entre postulantes y cupos ofrecidos es similar para estudios en Derecho, Enfermería y Educación Básica e Inicial.

En contraste, en carreras como Geociencias, Hidrología, Tecnología Superior en Automatización e Instrumentación e Ingeniería Forestal sobraron hasta el 95 % de cupos ofertados hasta agosto de 2023.

Esta gran demanda de carreras tradicionales ha llevado a expertos en educación superior a exponer que la oferta académica no ha cambiado en los últimos años y que las instituciones no promocionan bien sus apuestas nuevas.

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Para los sociólogos educativos británicos Phil Hodkinson y Andrew Sparkes, creadores de una teoría al respecto, la decisión de estudiar una carrera por sobre otra no está completamente dominada ni por la voluntad personal ni por el contexto en el cual las personas se desenvuelven, refiriéndose a presiones culturales, familiares, factores socioeconómicos, políticos e incluso la situación ambiental del lugar donde viven, además de su salud mental y física.

Todos estos elementos conforman una especie de horizonte educativo que limita lo que una persona piensa que puede hacer con su futuro académico, pero que le deja suficiente espacio para cierto nivel de autonomía al decidir.

La carrera más demandada en el Tecnológico Universitario Argos, por ejemplo, es la de Criminalística. El rector de la institución, Jorge Calderón, explica que esa tecnología ha sido popular desde el momento de su aplicación en 2021 en parte debido a la creciente inseguridad que vive el país.

Sin embargo, las carreras de Administración son las más numerosas tanto en universidades, donde se ofrecen 1.003 opciones de ese tipo, como en institutos técnicos y tecnológicos, que ofertan 531, según información de la Senescyt.

*Datos con corte al 5 de febrero.

La oferta de la Universidad Casa Grande (UCG), expone su vicerrectora académica, Bernardita Justiniano, también se ajusta a factores contextuales y a las necesidades de sus alumnos, además de los deseos dinámicos del mercado laboral y qué tan viable sea aplicarla en el sentido económico.

“No es que se nos ocurre crear una nueva carrera, sino que dentro de las que ya tenemos vigentes vemos cuáles necesitan un rediseño y cuáles hay que mantener”, indica.

Por ejemplo, las carreras de Educación Inicial y Educación Especial dejaron de ofrecerse y se fusionaron dentro de la carrera de Ciencias de la Educación. Aunque ciertas ofertas podrían retomarse, la única que se eliminó por completo que recuerde Justiniano fue la de Trabajo Social por tener pocos postulantes.

Los intereses de cada aspirante también influyen en su decisión, además de qué fortalezas o aptitudes piensa que tiene el postulante. “A esto le llamamos el autoconcepto académico: para qué me han dicho que soy bueno a través de mi vida”, señala la experta.

“Es por eso que nuestro equipo de bienestar universitario acompaña a postulantes indecisos para ayudarlos a poder mirarse a sí mismos”.

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Similarmente, la Escuela Superior Politécnica del Litoral (Espol) reajusta las mallas de todas sus materias cada dos años. Lo hace consultando a instituciones públicas, gremios y empresas.

“También vemos el tema de la empleabilidad, los criterios de calidad internacional, por eso nos regimos por acreditaciones internacionales, y el mercado laboral nacional y en el extranjero” cuando se analiza añadir una carrera, indica Paola Romero, vicerrectora de docencia de la Espol.

Ella ve que los jóvenes tienden a ver cuáles son las carreras de baja demanda o cuáles son las que más pagan. “La toma de decisión es distinta para cada uno, a pesar de que los jóvenes tienen tanto acceso a información, al mismo tiempo es como que no la tienen. Hay un alto desconocimiento sobre la proyección laboral, la permanencia, la promoción”.

Otros, indica, eligen carreras que tienen “gran prestigio”.

Datos con corte al 5 de febrero.

Del otro lado hay casos como el de Rafael Jaramillo, de 26 años, que en 2018 viajó a Estados Unidos a estudiar para ser diseñador de videojuegos, carrera vinculada a la tecnología e inteligencia artificial que no tiene mucha acogida dentro de Ecuador.

Siempre le gustaron los videojuegos, y sus padres también lo apoyaron. Recuerda que su papá jugaba con él cuando era pequeño.

Aunque primero cursó Administración de Empresas (también en el extranjero) con el objetivo de insertarse en la pequeña industria ecuatoriana, casi al finalizar esa licenciatura decidió estudiar Diseño de Videojuegos. Sin embargo, no ha tenido oportunidades laborales en Ecuador, lo cual lo llevó a poner una productora audiovisual con drones. (I)