Los temores a dejar el bloque europeo el 31 de octubre sí o sí, con o sin acuerdo, llevaron a Boris Johnson, candidato favorito para quedarse con el cargo de primer ministro británico, a rectificar y considerar que se puede renegociar el brexit.

La expremier británica Theresa May anunció su renuncia el mes pasado luego de que el Parlamento se negara a aprobar el acuerdo que ella negoció.

Ahora la preocupación entre los británicos por una salida abrupta de la Unión Europea (UE) llevó también a los legisladores británicos a aprobar la semana pasada una medida que hará más difícil que el próximo primer ministro fuerce una salida del bloque europeo sin un acuerdo a través de la suspensión del Parlamento, lo que mostró nuevamente la decisión de la Cámara de detener un brexit no negociado.

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El brexit es uno de los principales desafíos que le esperan al nuevo premier británico, cuyo ganador se conocerá mañana, una vez que los 160.000 miembros del Partido Conservador (que tiene la mayoría del Parlamento) hayan votado por uno de los dos candidatos que disputan el cargo: Johnson, excanciller y exalcalde de Londres, y el actual ministro de Relaciones Exteriores, Jeremy Hunt, de una línea más centrada y moderada, pero que no cuenta con el carisma y el apoyo del primero.

La Oficina de Responsabilidad Presupuestaria de Reino Unido ya advirtió de graves consecuencias y dijo que el país caerá en recesión, la libra bajará en picada y la economía se contraerá 2% para fines del 2020 si se aplica el brexit sin llegar a un acuerdo con la UE, que insiste en que no modificará el pacto ya establecido, un documento de 585 páginas sobre las normas para la salida británica que estipula un periodo de transición de dos años para permitirle a ambas partes adaptarse a la nueva relación.

El Banco de Inglaterra y el Fondo Monetario Internacional (FMI) también han advertido repetidamente que un brexit sin acuerdo haría que la economía local sufra “costes sustanciales”, además de también afectar la economía mundial.

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Tres años después de que los británicos votaron en un referéndum a favor (52%) de salir del bloque de 28 naciones (incluido Reino Unido), el asunto sigue sumido en la incertidumbre. La salida debía concretarse el 29 de marzo y su segundo aplazamiento termina el 31 de octubre y aún no se ve una salida al bloqueo dentro del Parlamento británico.

En tanto, la seguridad es otro de los retos para el próximo primer ministro. May había insistido en la necesidad de endurecer las políticas frente al extremismo islámico, tras los atentados en 2017.

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En lo local, la relación con Escocia es algo que hay que tomar en cuenta, ya que la mayoría de los escoceses votaron por quedarse en la UE, algo que usa el Gobierno nacionalista de ese país para pedir un nuevo referendo de independencia.

El caso de Irlanda del Norte también es mencionado por especialistas como algo sensible, ya que es la única frontera terrestre de Reino Unido con el bloque, y aún no se sabe cómo resolver el establecimiento de una frontera con la República de Irlanda sin que el nacionalismo violento reaparezca.

Otro punto será la creación de una política migratoria para los 3,8 millones de ciudadanos europeos que están radicados en Reino Unido. (I)