Cuando usted escuche un coro aullador que habla de las “maravillas” que están logrando en la Federación Deportiva del Guayas, haga una pausa antes de aceptar que otros le den pensando. Empiece por entender que hay un juez inapelable, la historia, aunque el coro trate de inyectarle el alucinógeno de que la historia no vale nada; que los que utilizan sus lecciones son ilusos que viven anclados en la nostalgia. Afiches, foto y frases son utilizadas para distorsionar la realidad.

Antes fue “La nueva era”; hoy es “El legado continúa”. Lo único nuevo de 2011 hasta hoy es que el deporte guayaquileño, y el de los demás cantones, está enterrado y lo que continúa es un derroche constructivo inútil y un estadio pintado ya cuatro veces.

“La más noble función de un escritor es dar testimonio, como acta notarial y como fiel cronista, del tiempo que le ha tocado vivir”. La frase pertenece a Camilo José Cela, español, galardonado, entre otros, con el Premio Príncipe de Asturias de las Letras en 1987, el Premio Nobel de Literatura en 1989 y el Premio Cervantes en 1995. El periodista —de modo particular el columnista— es, fundamentalmente, un escritor. No voy a atosigarlos con citas literarias en alarde de erudición, pero me resulta inevitable copiar a Alberto Salcedo Ramos, prestigioso periodista colombiano, a quien le preguntaron: “En tu trabajo, ¿ante qué o ante quién te sientes responsable? o ¿a qué o a quién crees que le debes fidelidad?”. Y esta fue su respuesta: “A los lectores. Pero ninguna fidelidad a ellos valdría la pena si antes yo no fuera fiel a mí mismo: a mis ideas, a mis principios, a mi forma de entender el oficio. Soy fiel al oficio periodístico. Eso quiere decir que lo ejerzo sin agendas ocultas, sin asesorar a políticos bajo la mesa, sin vender mi pluma a un postor que luego me recompense con cargos o con cualquier otro tipo de favores”. Perdóneme, Alberto, hacer mía esa respuesta, ahora que voy a cumplir 60 años de periodismo profesional.

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Vuelvo a la historia. Me gustó desde siempre. Mi padre alentaba nuestras lecturas con los libros biográficos de Stefan Zweig. La cátedra de Historia en quinto año del Vicente Rocafuerte la ejercía un personaje inolvidable: el doctor Hanníbal Vela Arboleda. Él interpretaba y teatralizaba el borrascoso episodio de la Revolución francesa, despertando en nosotros un entusiasmo que nos ha durado hasta hoy. En 1955, al ingresar a LDE, iba a la sede de Luque y Rumichaca y me arrimaba a los héroes legendarios del club para escuchar sus aventuras deportivas.

Allí estaban Jojó Barreiro, el Grillo Gilbert, Miguel Roque Salcedo, Fidel Miranda Robalino, Carlos Negrón Macías, Juvenal Sáenz Gil, Chicken Palacios Offner, Miguel Cuchivive Castillo y muchos más. Ese motivó mi romance definitivo con la historia

Aprendí desde entonces que Guayaquil fue la puerta por donde entró el deporte moderno a nuestro país. Que nuestra ciudad fue el escenario donde nacieron todos los deportes, menos la pelota nacional. Que en Guayaquil se realizó el primer torneo de fútbol en 1908 y el primer partido internacional en 1920. Que en 1922 se fundó la primera entidad multideportiva —la Federación Deportiva del Guayas— y que ella fue reconocida como organismo olímpico para aceptar el envío de tres atletas, gracias a dos guayaquileños, a los Juegos de París 1924: Enrique Dorn y de Alsúa, primer representante del Comité Olímpico Internacional para Ecuador, y Manuel Seminario Sáenz de Tejada, presidente de Fedeguayas. Que gracias a los contactos internacionales de Seminario la Federación Deportiva del Guayas, única entidad con personería jurídica, fue afiliada a la Federación Internacional de Fútbol (FIFA) y a la Federación Internacional de Lawn Tenis en 1925. Que Manuel Seminario fue el primer dirigente ecuatoriano en ser miembro ejecutivo de la FIFA desde 1927 como consejero y como fiscal. En 1925, Seminario logró que seis provincias que contaban con federación constituida fundaran la Federación Deportiva Nacional del Ecuador, a la cual la Federación Deportiva del Guayas cedió sus afiliaciones internacionales.

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Todos los grandes triunfos deportivos internacionales oficiales desde 1938 hasta 1996 fueron conseguidos por deportistas guayaquileños, excepción hecha de la gran atleta esmeraldeña Carola Castro Jijón, campeona sudamericana de atletismo en 1939. Ese monopolio lo quebró la medalla olímpica de Jefferson Pérez en los Juegos de Atlanta 96.

Todo lo que puedo contar lo he examinado en viejos diarios y revistas durante 61 años y en gran parte lo viví desde 1955. Guayaquil era un emporio de actividad deportiva incesante de lunes a domingo. Día y noche uno podía ver fútbol, básquet, béisbol, boxeo, ciclismo, tenis, atletismo, lucha, pesas, gimnasia, natación, saltos ornamentales, hockey en patines. En ningún escenario aparecían candados herrumbrosos que solo se abrían para prédicas o conciertos. En los últimos cinco años, ¿cuántos campeonatos oficiales de Fedeguayas se han realizado? ¿En qué deportes? ¿Cuántas asociaciones provinciales se encuentran activas? Hoy es un mercado de negocios sobre el que ya se rumoró que iba a cotizar en bolsa.

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Para usted que ya no puede ir, o llevar a sus hijos, a ningún espectáculo deportivo le dejo boteando este análisis. En 1924 acudimos por primera vez a unos Juegos Olímpicos.

El guayaquileño Alberto Jurado González fue el primer deportista ecuatoriano en actuar en los Juegos como corredor de 100 y 200 metros planos y saltador de largo y altura. Después lo hicieron nuestros compatriotas Alberto Jarrín y Belisario Villacís.

No volvimos a los Juegos Olímpicos hasta México 1968. Concurrimos con 18 atletas, de los cuales 11 eran de Guayas. Esto quiere significar que el 61,11 % de la delegación era guayaquileña.

Hoy, 56 años después, de 25 deportistas ya clasificados a los Juegos de París 2024, apenas dos son de Guayas, lo que muestra una deprimente realidad que no puede ser ocultada con las apariciones agresivas e insultantes del presidente de Fedeguayas, ni con la captación de ‘periodistas’ adictos a las alabanzas tarifadas o a cambio de favores.

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Pichincha tiene 9 representantes a París hasta hoy. Los Ríos, El Oro y Tungurahua tienen 2, igual que Guayas, pero lo sorprendente es que Guayas es el que más dinero recibe del Ministerio del Deporte, aún más que Pichincha. ¿Habrá algún modo que sirva para auditar la forma en que se invierten los dineros del deporte en Guayas? De parte del ministerio, lo dudo, dados los cada vez más estrechos abrazos entre Andrés Guschmer y Roberto Ibáñez. Además, hay un precedente: los informes de la intervención de Fedeguayas en el periodo de Pierina Correa solo aportaron oscuridad. Se perdieron en las gavetas de la ministra Andrea Sotomayor y nunca se supo nada. Las circunstancias son las mismas del presente y dos de los personajes de hoy.

Quizá la más grande lección de la historia es que nadie aprendió las lecciones de la historia. Lo apunté y no recuerdo al autor. Aquí en Guayaquil hemos dejado hacer y dejar pasar. Pocos se animan a presentar batalla. (O)