Los seres humanos, desde siempre, hemos consumido productos y alimentos que contienen probióticos en alimentos como pan, queso, yogurt, leche y otros productos fermentados, es decir, bacterias productoras de ácido láctico. Según la Organización Mundial de la Salud, los probióticos son microorganismos vivos no patógenos que en cantidades correctas refuerzan nuestro organismo, tanto a nivel digestivo como inmunitario.