“Yo soy una bendecida por Dios” repite constantemente Estefanía Orellana Ampuero. Y lo dice convencida y con la alegría que transmiten sus grandes y vivaces ojos negros. Ahí, en su pequeña oficina, rodeada de fotos de sus abuelitos, como cariñosamente llama a los adultos mayores que asisten diariamente a Árbol de sueños, un centro de actividades recreativas y apoyo familiar para personas de la tercera edad que ella formó hace cinco años, en Urdesa, cuenta su historia.