El ajetreo por coger un bus en los exteriores de la cooperativa Puertas del Sol, en el kilómetro 8,5 de la vía a la costa, se registra entre las 06:30 y 08:30. Allí, los habitantes esperan en grupos, a un lado de la carretera, el paso de la ruta Chongón o de la línea 61 para dirigirse al centro de la urbe a trabajar, estudiar o realizar una diligencia.

Y cuando un colectivo se detiene en el improvisado paradero, todos pugnan por subir, pues quieren llegar a tiempo a sus destinos. Eso es posible mientras más se madruga, dice Nelly Zambrano, quien vive en la cooperativa hace once años.

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“A partir de las 08:00 se arma un tráfico que para llegar a la PJ (av. Rodríguez Bonín y Portete) uno se demora hasta 20 minutos”, cuenta, y agrega que el mismo tramo solo toma 5 minutos sin congestión vehicular.

A esta cooperativa, que surgió como uno de los primeros asentamientos que abrieron paso a las urbanizaciones que hoy están en la vía a la costa, ingresa solo el bus de la 35. Por eso, a la entrada de Puertas del Sol, que nació en 1986 con el nombre de Vicente Rocafuerte, se parquean decenas de autos particulares que hacen de taxis.

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Las tarifas van desde los $ 3 hasta los $ 10, según la zona de Guayaquil a la que vayan los pasajeros. Unos metros más atrás del paradero, que recibe mayor flujo de lunes a viernes, hay un parque recién construido. En ese sitio funcionó hasta el 2003 una toma de agua potable que abastecía del líquido al suburbio, isla Trinitaria y a otros sectores del sur.

Luis Lema, quien llegó al lugar en 1991, cuando en la cooperativa había pocos pobladores, recuerda que los vecinos más cercanos a la planta de agua se conectaban al sistema para abastecerse del líquido y luego ellos extendían las conexiones al resto de vecinos.

“Eran tiempos difíciles. No había calles, luz, agua, no había nada, era como una auténtica invasión”, refiere el dueño de una de las tiendas más grandes de Puertas del Sol, ubicada en la av. Tiwintza, la principal.

Teresa Aucancela, quien lleva 17 años en la cooperativa, señala que el sector estaba lleno de monte, donde había culebras, y otra parte era manglar. “Las calles eran potreros, había que andar con botas”, refiere.

Ese panorama cambió desde el 2004, relata Lema. En esa fecha llegó el asfaltado de todas las calles y bordillos. Paralelamente empezó la legalización de los terrenos, que eran propiedad de la Junta de Beneficencia, pero que traficantes vendieron dos y hasta tres veces. Hoy los moradores destacan la seguridad del sector, pese a que no es privado.

 

Población: Sector
Puertas del Sol

En 1986 había 20 pobladores en la cooperativa. En la actualidad son unas 2.000 personas. Todas las viviendas son de hormigón, en algunos casos de dos y tres pisos. La cooperativa tiene una capilla católica y colegio particular.