“Soy mamá de tres hijos. Recuerdo que en un cumpleaños en una casa, un niño de 3 años se cayó a la piscina. Nadie de las personas que estaban cerca de él, ni su niñera, se dieron cuenta. Tengo presente el momento cuando me lancé y lo saqué del agua. El niño incluso sabía nadar, pero estaba tan asustado que se estaba ahogando”, cuenta Íngrid Abad, quien también es educadora.