En la blanca inmensidad del Cotopaxi, dos puntos casi imperceptibles se mueven mucho más rápido de lo normal. Daniela Sandoval es uno de esos puntos. El pasado 4 de junio partió del control norte del volcán con la misión de ir a la cumbre, a 5.897 metros sobre el nivel del mar, y volver en el menor tiempo posible. Lo hizo en dos horas con treinta minutos, un récord en Ecuador.

Una ascensión a la cumbre del volcán Cotopaxi demora un promedio de siete horas, con equipo de montaña especial y semanas de preparación. Pero hace cuatro años, Daniela descubrió que su cuerpo soporta las alturas más que el promedio y desde entonces dedica parte de su vida al speed climbing o ascenso rápido, un deporte en el que corres hacia las cumbres de las montañas.

Daniela Sandoval en su ascenso al volcán Cotopaxi, en compañía de Nicolás Miranda. Foto: cortesía de Roberto Gutiérrez.

“Fue Nicolás (Miranda) quien me metió el bichito, me hizo ver que soy resistente a la altura”, dice. Él es el otro punto que avanza junto a ella. El que le da seguridad o le dice si hay peligro de grietas. “Es un gran deportista (...). He tomado cursos de montaña, pero es un apoyo indispensable, porque uno es vulnerable a accidentes allí arriba”, detalla la deportista de 30 años. Además, los acompañó el fotógrafo Roberto Gutiérrez para registrar la hazaña.

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El ascenso

Daniela se despierta a las 4 de la mañana en una hostería cercana, para poder llegar a la cima a una hora en la que la temperatura no esté tan baja.

Toma un desayuno en batido. Parte a las 06:18 con poquísimas cosas encima: dos capas interiores, una capa exterior impermeable, zapatos deportivos y unos microcrampones para el hielo. En la mochila, un litro de hidratación, otra chompa de plumas, una linterna y una “papilla” de alimento.

La parte final del volcán se sube en cordadas, por seguridad. Foto: cortesía de Roberto Gutiérrez.

Siente mucho miedo. Se siente pequeña. A ratos, cree que se arriesga mucho por desafiar la montaña tan rauda. Pero el Cotopaxi se lo permite y ella pierde el respeto.

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El camino es, casi en su totalidad, silencioso.

Paso a paso, rodeada de roca y nieve, Daniela controla sus inhalaciones y exhalaciones, porque sabe que en cualquier momento el aire falta y es la mente la que juega un papel fundamental. “Sientes la altura, el cansancio. Al mismo tiempo, ves el paisaje, la montaña, sientes consciencia de todo tu cuerpo, y todo ese miedo se transforma en felicidad, lo escuchas todo”, dice.

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Daniela Sandoval durante su ascenso al Cotopaxi. Foto: cortesía de Roberto Gutiérrez.

No era su primera vez en la ruta y sabe que estaba yendo más rápido de lo normal. Entre los pocos diálogos que tiene con Nicolás, pregunta como tres veces: “¿Estamos llegando, seguro?”. No cree que su cuerpo le esté respondiendo tan bien, pues unos días antes tuvo un accidente en bicicleta y no alcanzó a aclimatarse adecuadamente.

En la parte más alta de la montaña, los dos puntos hacen una cordada, para poder atravesar el glaciar a la cumbre.

Ya en la cima, hay lágrimas, emoción, gratitud con la montaña; pero, sobre todo, paz y tranquilidad.

También hay fotos, videos y unos minutos llenos de sensaciones encontradas y efímera belleza, que acaba pronto para regresar en el menor tiempo posible.

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Aunque Daniela dice que es “malísima para bajar”, esta vez el clima “la acompañó” e hizo la ruta de regreso en 30 minutos. Sumando la hora con 47 minutos que hizo en el ascenso, el recorrido oficial duró dos horas y media.

Es un récord que espera que muchas otras mujeres ecuatorianas quieran superar en esta y otras montañas. Sobre las mujeres y el deporte en el país, cree que estamos en el momento indicado de arriesgarse, que hay un nivel alto en este tipo de actividades y mucha competencia. “Hay que tomar el lugar que nos corresponde, así tengamos miedo, hay que intentarlo”, enfatiza.

Cree que este país es el lugar perfecto para practicar este tipo de deportes, no solo por sus montañas y paisajes, sino por su biodiversidad. “Hay montañas técnicas, exigentes, un potencial increíble en el que se pueden combinar el turismo deportivo; pero también creando esa idea de cuidar lo que tenemos, nuestros glaciares, por ejemplo, que cada vez son menos (...). Nadie quiere un Cotopaxi sin nieve”.

Lo que viene

Daniela entrena unas 3 o 4 veces por semana en su montaña de toda la vida, el Ilaló, ubicada cerca de su casa en Quito. Pero si hay otra que le gusta tanto como esta es el Chimborazo, el nevado más grande del país, con 6.268 msnm.

Su gran plan para el 2021 es hacer un recorrido de 360 grados del Chimborazo, para luego subirlo y bajarlo en speed climbing. “Hay tiempos establecidos de la vuelta y de la subida y bajada, pero nadie ha intentado hacerlo todo al mismo tiempo; si lo logro en menos de 24 horas, sería increíble”, dice.

Para lograrlo, sigue un plan diario de una a dos horas de su entrenador Patricio Aguirre. Los fines de semana el tiempo se extiende al triple y periódicamente compite en pruebas de largas distancias.

¿Por qué hacer esto? Los padres de Daniela se conocieron en el Club de Andinismo. Las montañas son para ella un encuentro familiar y ha encontrado en el speed climbing la mejor forma de disfrutarlas. “Hay gente que hace rutas de muchos días, con mucho peso; pero así, ligera, siento que es algo mío, que soy buena y me hace feliz”.

Dato

Daniela Sandoval posee desde el 2018 un récord de velocidad (20 horas, 17 minutos) en el Aconcagua, en Argentina. (I)