Aprovechan que hay pocas personas circulando por la calle que separa los coloridos edificios para tomar unas fotos. Patricio Chóez se detiene en el centro y le pide a un amigo que le tome la gráfica con el fondo de las edificaciones que forman un tramo de la primera etapa de Puerto Santa Ana, por donde termina el barrio Las Peñas.

A Chóez, un joven dedicado a la fotografía, le gusta frecuentar ese espacio por la arquitectura. Dice que el sitio se presta para realizar composiciones, que luego usa para sus trabajos. A él, sin embargo, le gustaría que ese tramo, que conecta Las Peñas y el proyecto Ciudad del Río, tuviera un mayor movimiento, que permita que los turistas se animen a caminar por allí.

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En esa zona, donde el Municipio adecuó y construyó desde el 2005 edificaciones en lo que antes era ocupado por la Cervecería Nacional, una fábrica de leche y la piladora Modelo, el movimiento es menor frente al lado de Ciudad del Río.

En los bajos de los inmuebles quedan varios espacios vacíos, aunque menos de los que estaban disponibles años atrás.

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Es una mañana de octubre. Cerca a Chóez un grupo de turistas extranjeros que va hacia Las Peñas se detiene en ese tramo del Puerto Santa Ana en compañía de un guía. Él les muestra a breves rasgos el lugar, que lo integran los edificios Los Silos, Astillero, Torreón, Barvolento y Sotavento...

En esos edificios operan inmobiliarias, agencias de publicidad, estudios de abogados. En el edificio Astillero, a más de oficinas, hay tres museos: de la Música, de Emelec y Barcelona. Y en la planta baja, desde hace un año, el Laboratorio In. En Los Silos está una oficina de la Teletón.

Quienes laboran en esa etapa señalan que el sector intenta tomar un mayor despegue con la incorporación de nuevos negocios gastronómicos, que se han instalado en el edificio Sotavento, adquirido en el 2011 por inversionistas.

Allí primero se instaló un local de la cadena Sweet and Coffee y hace un año llegaron locales de Anderson Express y Mami-T y el Mar.

Los dos últimos pertenecen a los mismos inversionistas que abrieron dos Mami-T en el 2015 y 2017 en el edificio de Riverfront, que está en el tramo más comercial de Puerto Santa Ana, que se conoce como Ciudad del Río y está más al norte.

Evelyn Mayorga, dueña de los negocios, asegura que los animó a abrir los dos nuevos locales, en un sector donde no había esta oferta, por la mezcla de clientes que se ve en el área: turistas, oficinistas y la misma gente que habita en el área.

“Toma tiempo posicionarse, estamos bien para lo que empezamos, la gente comienza a conocer la zona”, dice Mayorga.

Ella señala que la inversión solo en el montaje de los locales fue de $240 000, sin contar con el rubro que destinaron para adquirir 256 m².

César Mesa, presidente de la promotora inmobiliaria Metros Cuadrados, que trasladó sus oficinas en esa etapa de Puerto Santa Ana, cree que los accesos realizados, la incorporación de espacios de parqueos y los ajustes en el tipo de usos han ayudado a mejorar el proyecto.

“Hay un giro importante, está reactivándose, la dinámica de Puerto Santa Ana en los últimos dos años es otra”, indica el empresario.

Mauro Pérez, de la Fundación Siglo XXI y del área de Puerto Santa Ana, explica que la mayoría de los inmuebles está vendido y ya el Municipio no es realmente el propietario. Es decir, es propiedad horizontal, donde el cabildo es un condómino más.

La ocupación en los edificios que construyó el Municipio sobrepasa el 70 %, indica Pérez, quien agrega que hay cinco unidades desocupadas que son municipales, pero que serán usadas en los próximos días.

Y aunque no precisa qué se instalará, en la zona hay propietarios que indican que en los espacios disponibles irán empresas de servicios públicos.

Según datos que maneja Pérez, en el proyecto de Puerto Santa Ana (edificios, urbanización, malecón) se han invertido $65 millones, pero “hay a favor $18 millones sacando lo invertido”.

Laboratorio de innovación atrae a jóvenes colegiales

Pequeñas réplicas de la Venus de Valdivia, figuras especiales  para personas que no pueden ver, prótesis y maquetas de sitios icónicos de Guayaquil están sobre una mesa de trabajo del  Laboratorio In.

El espacio, que tiene mesas para el aprendizaje y un área  de maquinarias, funciona desde hace un año   en los bajos del edificio Astillero,  en la primera etapa de Puerto Santa Ana.

    Allí llegan a diario jóvenes   que han ganado cupos para los cursos que dicta el laboratorio o los estudiantes de colegios invitados a conocer las instalaciones, creadas por la Fundación Edúcate  con apoyo del Municipio porteño. 

Esa es una de las áreas  que en el último año han comenzado a atraer a jóvenes colegiales a Puerto Santa Ana, aunque no todos conocen que allí opera.

   Ángela y Diana López, de 18 y 22 años, aprenden en estos días a realizar trabajos de modelado e impresiones  en 3D. Durante dos meses han pasado entre las 11:30 y 13:30 recibiendo cursos en el laboratorio de innovación.     

La idea de ellas es que al final esos conocimientos les sirvan para iniciar en algún momento un emprendimiento.

Abraham Morán, coordinador del laboratorio, señala que en ese lugar  se trabaja bajo tres esquemas: aprender, conocer y utilizar. Bajo el primer eje se trata de que escuelas y colegios acudan a recibir charlas; el otro incluye cursos con módulos para jóvenes, especialmente de  sectores populares. 

El tercer componente permite a jóvenes emprendedores  ejecutar proyectos una vez que estos son analizados y  aprobados por el laboratorio de innovación. (I)