‘Maribel’ lleva 30 años con VIH, fue diagnosticada en 1990 pero el mal ya lo tenía varios  años antes sin saberlo, fue cuando nació su hija que lo descubrió; los tres, junto a su esposo, tuvieron que enfrentar el virus y a la sociedad. La pequeña falleció cuando tenía cuatro años, y su papá, poco después.

“En ese tiempo mi vida era un caos”, recuerda la mujer, que hoy tiene 57 años.

Desesperada por encontrar una medicina que curara a su hija, en aquellos días accedió a una entrevista en un diario,  pero “me publicaron todo mal, me hicieron una bomba, me perjudicaron, y ahí se derrumbó todo, a mi esposo le afectó muchísimo eso... la gente de la comunidad (al enterarse de su condición) me querían botar, me querían quemar la casa, el dueño de casa me cortó la luz, el agua”, relató.

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“Mi esposo hacía muebles, los vendíamos, teníamos muchos sueños...  y se derrumbó todo”,  lamenta. Al fallecer sus seres queridos,  sin mucha información, pocas medicinas y una enorme discriminación social sin sentido, ‘Maribel’ pensó  suicidarse, pero Dios le tenía otro planes.

Conoció a una amiga que también tenía VIH, “y las dos nos dimos fuerzas, ella tenía 2 hijas y decidí apoyarla, le dije ‘si tienes dos niñas, tienes que luchar por ellas’;  y si yo le decía eso y estaba dando mi palabra, tenía que ponerme fuerte también, y empecé a luchar y luchar”, contó.

Curiosamente la discriminación fue su motivación, en lugar de amilanarla le dio fuerzas y comenzó a formar grupos de apoyo y acudir a la prensa, que antes la perjudicó, ahora para que le dieran un espacio y volverse una de las primeras voces que enfrentó el absurdo rechazo de la sociedad.

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“Fui a los canales, les dije ‘yo soy una persona que vive con VIH, pero que también soy un ser humano, no soy un criminal... y estoy aquí para salir adelante”, decía entre otros mensajes que también buscaban frenar las cifras de contagio.

Subsistía con trabajos en fundaciones, y hace dos años recibió ayuda de la Red de Dispensarios Médicos de la Arquidiócesis de Guayaquil (Redima), a través de un crédito, “y con esos fondos estoy vendiendo ropa... con eso me mantengo y apoyo a mi mami”, comentó.

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En   los años que vive con   VIH, ‘Maribel’ nunca ha tenido que ser ingresada a un hospital, y lo atribuye “primero a Dios, y a la adherencia a los medicamentos... me hago las consultas como el médico me indica, y trato de cuidar mi alimentación”, concluyó, además de recalcar la importancia de mantenerse activa y siempre positiva ante la vida. (F)

Crédito de Redima
Hace dos años, Redima implementó un programa de emprendimientos con los pacientes con VIH que reciben en sus dispensarios. “De todo el grupo, 60 personas participan en los talleres... pero por  el financiamiento no podemos darles a todos, pero Dios mediante, tocando puertas, esto va a crecer”, comentó Miriam Zambrano, coord. general del programa de VIH de la Red.

Esta ayuda consiste en créditos no reembolsables para que los pacientes, hasta ahora 31, puedan iniciar su negocio. Las capacitaciones se dictan en el albergue San Luis Gonzaga. Para colaborar con ellos llame a los Tlfs.: 0996-417-891/ 170-152. 

2
años

cumplirá el albergue en septiembre.

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Superó cualquier adversidad

‘Rosa', de 35 años, fue diagnosticada con VIH hace 10, pero lo más difícil fue descubrir que trajo un niño al mundo, sin saber que ya tenía el virus.

“Nunca me dieron la consejería de hacerme el examen, lo traje (al niño) y se infectó, y fue tan dura mi vida. Mi niño falleció al año tres meses, la enfermedad se me lo llevó”, recuerda la mujer, oriunda de Milagro.

Pero no se dejó vencer, luchó, y mucho, por asimilar y sobrellevar su condición. Al llegar a Redima le informaron del programa de emprendimientos que mantenían y así fue como abrió un bazar en su casa, en su ciudad.

“Vendo cuadernos o hago manualidades por temporada, para el Día de las Madres, San Valentín, cosas así”, comentó.

Por otra parte, Ligia Echeverría, administradora del albergue San Luis Gonzaga, de la Arquidiócesis de Guayaquil, hizo un llamado “para que las personas vengan con toda confianza, es gratuito, no se les cobra nada, ni hospedaje ni alimentación... queremos que esta obra sea conocida”, dijo.

Su hija es su gran fortaleza

Hace siete años, ‘Miguel’ realizó un curso de fabricación de productos químicos de limpieza para el hogar y empezó con un negocio pequeño, y a través del crédito del programa de emprendimientos de Redima y su programa de microempresarios logró incrementar su producción.

Él se enteró que era portador de VIH en el 2003, un año después de que naciera su hija, y hasta hoy están en control médico.

“Fue fatal (el día que se enteró), pero poco a poco fuimos superando eso, porque  lo primordial era la bebe, porque ella enfermó y estuvo hospitalizada, uno tiene que estar ahí constantemente, de ahí después que ella salió del hospital comenzamos con mi señora el tratamiento... pero ahorita estamos separados”, comentó.
Hoy, su hija tiene 15 años, y gracias a la fabricación de productos químicos puede darle el sustento diario, y también a sus papás, con quienes vive. “Esto es provechoso porque a uno lo saca del estrés, lo ayuda también a mantenerse activo”, mencionó ‘Miguel’.