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Libro de los Reyes (4, 5-11 y 14-16)
Un día pasaba Eliseo por la ciudad de Sunam y una mujer distinguida lo invitó con insistencia a comer en su casa. Desde entonces, siempre que Eliseo pasaba por ahí, iba a comer a su casa. En una ocasión, ella le dijo a su marido: “Yo sé que este hombre, que con tanta frecuencia nos visita, es un hombre de Dios. Vamos a construirle en los altos una pequeña habitación. Le pondremos allí una cama, una mesa, una silla y una lámpara, para que se quede allí cuando venga a visitarnos”. Así se hizo y cuando Eliseo regresó a Sunam subió a la habitación y se recostó en la cama. Entonces le dijo a su criado: “¿Qué podemos hacer por esta mujer?”. El criado le dijo: “Mira, no tiene hijos y su marido ya es un anciano.” Entonces dijo Eliseo: “Llámala”. El criado la llamó y ella, al llegar, se detuvo en la puerta. Eliseo le dijo: “El año que viene, por estas mismas fechas, tendrás un hijo en tus brazos”.