La paz llena mi ser. Siento calma y serenidad.

Paz interna
Respiro profundamente y, al repetir este proceso, siento que toda ansiedad e incertidumbre se disipan. Libero la tensión del cuello, los hombros, los brazos y todo mi cuerpo –hasta los dedos de los pies.

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Entro en un oasis de paz, mis pensamientos se sosiegan y siento mi unidad con Dios. Mi tiempo a solas con Dios me fortalece.

Externamente, puede que esté rodeado de las exigencias de la familia y del trabajo, mas a medida que mi mente deja ir, la paz llena mi alma.

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Siento el amor de Dios, y descanso en la verdad de que todo está bien.

Mi mente se aclara y mi corazón se aquieta. Dondequiera que esté, la paz mora en el centro de mi ser. Me siento sano y listo para continuar mi día.

Salmo 139:1, 7
Señor, tú me has examinado y me conoces … ¿Dónde puedo esconderme de tu espíritu?