Por una lesión en la espalda, Roberto Florín quedó parapléjico y con rigidez en las piernas. Lleva cinco años así. Y a pesar de recibir terapia física dos veces a la semana, su condición no mejoraba. Por ello, en el 2012, le aplicaron en dos ocasiones, cada seis meses, la toxina botulínica (proteína que ayuda a frenar los espasmos) con la que recobró la movilidad de sus extremidades parcialmente.
Ayer, Florín recibió la tercera dosis de esta medicina en el hospital Teodoro Maldonado Carbo, del IESS, debido a que solo puede separar las piernas unos 10 centímetros y aún presenta rigidez en la parte interna de ambas piernas y en los pies. Fueron unos diez pinchazos en distintas partes del músculo que le administraron con tres dosis del fármaco.
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“De aquí hay que volverlo a evaluar en los próximos días para conocer cómo está evolucionando y si necesita otras dosis. Este paciente ha mejorado su calidad de vida con este tratamiento, los familiares ahora pueden vestirlo y asearlo de una mejor manera”, indicó Carlos León Chang, fisiatra de la casa de salud.
“A veces me visto solo, lo que antes no podía hacer porque mis piernas eran muy rígidas. Ahora ya tengo más movilidad”, dijo el jubilado, de 63 años.
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Así como a Florín, ayer en esta casa de salud se colocó el medicamento a 40 pacientes afiliados al seguro social que tienen parálisis en la mitad del cuerpo y que padecen de espasmos musculares (rigidez).
En aproximadamente diez días se empiezan a ver los resultados del fármaco. Los músculos se empiezan a “aflojar”, explicó el especialista, quien agregó que este fármaco se colocaba a un promedio de uno o dos pacientes a la semana, pero había una lista de espera de aproximadamente 50 pacientes, a los cuales se esperaba cubrir en la mañana de ayer.
El fármaco se administra a pacientes que tienen parálisis en la mitad del cuerpo y que presentan músculos contracturados, lo que les impide el proceso de rehabilitación, por lo que podría prolongarse por más de un año. Con la toxina se abrevia el tiempo de recuperación, dijo.
Antes de las valoraciones médicas, el fisiatra establece qué grado de espasmos tiene el paciente para determinar la cantidad que se le va a administrar, en qué músculos y qué procedimiento de rehabilitación va a tener posteriormente.
La acción de la medicina dura entre cuatro y seis meses, por lo que el paciente debe ser evaluado nuevamente por el fisiatra para ver si necesita otra dosis de la toxina o qué otros músculos se podría mejorar.
También se puede administrar a pacientes con esclerosis múltiples y parálisis tropical, cerebral e infantil.
“Desde hace tres años se usa el fármaco, pero irregularmente porque no había un abastecimiento parejo. Ahora queremos avanzar más rápido con el contingente que tenemos”, mencionó el especialista. Otra paciente que recibió la segunda dosis de la toxina fue Shirley, de 40 años, quien tenía hace dos años la pierna derecha rígida pegada a su pecho, causándole inmovilidad y dolor en la columna.
Con las dos primeras dosis, la mujer pudo estirar la pierna. Con la tercera se espera que recupere los músculos de los pies que están un poco rígidos.
Uso de toxina
La toxina botulínica también se utiliza en el campo de la estética para borrar las arrugas de la piel en los adultos mayores.
Contraindicaciones
Aquellos pacientes con parálisis y espasmos que son propensos a tener hemorragias o padecen de alergias (susceptibles a varios productos) no se les puede administrar la toxina.