Por una lesión en la espalda, Roberto Florín quedó parapléjico y con rigidez en las piernas. Lleva cinco años así. Y a pesar de recibir terapia física dos veces a la semana, su condición no mejoraba. Por ello, en el 2012, le aplicaron en dos ocasiones, cada seis meses, la toxina botulínica (proteína que ayuda a frenar los espasmos) con la que recobró la movilidad de sus extremidades parcialmente.