“Ya no necesitamos una ramita, ya tenemos el bastón blanco”, exaltó emocionada la psicóloga Margarita Villacrés, quien además de ser ciega es sorda.

Se refirió así a la imagen denigrante que se le daba en el pasado a las personas con discapacidad visual, como “gente destinada solo a pedir limosna en la calle, con una ramita y un sombrero”, situación que en la actualidad ha cambiado gracias al bastón blanco, destacó la profesional, quien ayer, con ayuda de una de las profesoras de la Escuela Municipal de Ciegos 4 de Enero, llegó al frente del auditorio de ese centro para charlar con los pequeños, jóvenes y adultos que sufren de ceguera o baja visión.

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82 años del bastón blanco

El Día del Bastón Blanco se instituyó el 15 de octubre de 1964 en los Estados Unidos.

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El implemento fue concebido por George Bonham en 1930 y promovido un año después por iniciativa del Club de Leones de la Unión Americana, durante la celebración de su Convención Internacional, en 1931, en Toronto, Canadá.

Geoconda Soledispa, directora de la escuela 4 de Enero, acotó que fue tras la Segunda Guerra Mundial que el sargento Richard Hoover, director de Rehabilitación Física, Orientación y Recreación del hospital de Valley Forge Veterans en Pennsylvania, Estados Unidos, creó el modelo definitivo del bastón.

Más liviano, con un tamaño simétricamente proporcional a la estatura media de la persona y blanco con la parte inferior de color rojo, se convirtió en símbolo universal de la independencia y libertad para el desplazamiento de las personas con discapacidad visual.

Soledispa señaló que en la escuela se ayuda a las personas a utilizar el bastón con un equipo multiprofesional (psicólogo y orientador familiar), para lograr la aceptación de la persona que adquiere la discapacidad y de su familia.

La institución tiene 180 estudiantes aunque desarrolla paralelamente otros cursos, como el de estimulación temprana, donde atienden a 16 niños de entre 0 a 3 años y el nivel de escolaridad con 36 estudiantes desde nivel inicial hasta quinto de básica.

Insistió en que el apoyo familiar es importante. “Son ellos (la familia) los que motivan, los que tratan de encaminar a las personas para decirles que el mundo no se termina por haber adquirido una ceguera”, manifestó Soledispa, quien por su experiencia expresó que más difícil es lograr la aceptación en personas que quedan ciegas por accidentes o enfermedad que al que nació con la discapacidad.

Para sensibilizar a las personas sin discapacidad sobre el trauma de quedarse sin visión y la importancia del uso del bastón blanco, se realizaron ejercicios con las personas presentes en el auditorio.

Una de ellas fue Liliam de la Cruz, quien tuvo que caminar desde su puesto hasta el centro de la sala con unas gafas que obstaculizaban su visión.

“Te sientes desubicada y con mucho temor de caminar”, describió su experiencia la mujer.

Para Vanessa Ponce, de 28 años, el apoyo de su familia ha sido fundamental para salir adelante con su pequeño Terry, de 4, quien nació con ceguera total por sufrir de microftalmia, que se produce por un defecto en el desarrollo embrionario del globo ocular.

“Esto es duro, yo he salido adelante con mi hijo porque he tenido el apoyo de mis suegros y mi familia”, comentó agradecida Ponce, quien entre bastones con mangos negros y personas con gafas oscuras, al fondo del auditorio, observaba y escuchaba con atención cómo Villacrés recordaba los problemas y barreras que tuvo que superar para llegar a ser profesional y cómo en una universidad se negaron a darle el título por su condición.

Las patologías y la ceguera

Soledispa señaló que una de las enfermedades más comunes que producen ceguera es la retinopatía del prematuro, que es el desarrollo anormal de los vasos sanguíneos en la retina, comienza durante los primeros días de vida, puede progresar rápidamente y causa ceguera en cuestión de semanas.

Otra de las causas, en un porcentaje mínimo, es la diabetes, la retinosis pigmentaria, degeneración macular y otros trastornos visuales.