Antes de ingresar al hogar de Olguita Garzón, de 65 años, a los niños y visitantes que tocan su puerta los recibe el Divino Niño en su urna de madera y cristal, aquella que construyó su fallecido esposo, Guillermo Villavicencio, a quien recuerda con mucha nostalgia, admiración y tristeza.