“En un lejano lugar de un bosque tropical había un gran Castillo...”, así es como Beatriz Cedeño Giler les narra sus cuentos a sus trece nietos y ahora desea hacerlo al resto de niños.
Es escritora por herencia, pues su papá, César Antonio Cedeño, fue un reconocido escritor manabita. “Él me estimulaba mucho para que yo aprendiera a redactar y a leer, si algo estaba mal él me corregía”, recuerda.
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Aunque desde hace catorce años lleva escribiendo cientos de cuentos, recién hace dos semanas hizo el lanzamiento de su primer libro: El Castillo de oro, plata y cobre.
Tiene 72 años, nació en Bahía de Caráquez, y desde los cinco años tiene una gran imaginación para combinar lo real con la fantasía.
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“Un cuento tiene algo de real y de fantasía y yo siempre les inventaba a mis hermanitos, a mis amigas y yo era la del cuento. Yo veía cualquier cosa, una flor o un pájaro y volaba mi imaginación”, comenta.
Se casó a los 24 años con Eduardo Calero y esta historia de amor también parece un cuento de fantasía. Su esposo tuvo que viajar a Costa Rica cuando aún eran enamorados para estudiar un masterado, “pero lo extrañé tanto que yo misma le dije que me mande a ver y nos casamos por poder. Él me mandó un poder y me casé aquí. Luego me fui a Costa Rica y allá ya tenía arreglada la capilla y me recibió la colonia ecuatoriana”, rememora.
En Costa Rica vivieron más de un año. Juntos formaron una familia de tres hijas: Cynthia, quien nació allá, Nathalie y Katherine. Ahora tiene trece nietos: María Paula, Daniela, Eduardo, Kiara, Lucas, Isabel, Roberto, Antonella, Nathalia y Lucía, María Beatriz, Pablo César y Catarina. Beatriz asegura que sus hijas y nietas son las muñecas que de pequeña no pudo tener. “Yo de chiquita soñaba con una muñeca que tenía una amiga y que se la habían traído de Alemania o Francia, y era la primera muñeca que llegaba a Bahía, entonces cerca de Navidad le pedí al Niño Dios, pero pasaron los años y no vino nada. Ahora me llegaron tres hijas y nueve nietas”, cuenta sonriendo.
Aunque vive en Guayaquil, asegura que pasa más tiempo en Samborondón porqué acá está toda su familia y “ya tengo ganas de venirme por acá. Me gusta todo, es seguro, tranquilo y es otro ambiente”, opina.
Escribiendo
En 1997 la hija mayor de Beatriz, Cynthia, se fue a vivir a Venezuela por dos años. Llegó el Día del Abuelito y sus tres primeros nietos pedían que su abuela vaya para allá, pero como ella no podía decidió escribirles un cuento, El Castillo, y se los contó a través de un video. “Me senté por ahí, en mi jardín y comencé a escribir. Entonces, mi hija (Katherine) me dijo que sería un lindo regalo y que me iba a filmar. Ellos lo recibieron felices”, cuenta. Es así como Beatriz escribe sus historias, inspirada en sus nietos. “Llegaron después más nietos y más cuentos porque ellos han traído la inspiración”, expresa.
El Castillo de oro, plata y cobre tiene ilustraciones hechas por su nieta María Beatriz. Ella comenta que le gusta mucho dibujar y que lo hizo por ayudar a su abuelita, además que no descarta graficar para los otros libros.
Al pedirle a Beatriz que recuerde alguna anécdota con uno de sus nietos, ella responde entre sonrisas: “¡Huy! Si yo empiezo eso no acabo nunca”; sin embargo, cuenta las ocurrencias de Pablo César cuando “llega del jardín y dice que le gusta una niñita y yo me hago la que no me gusta, pero como sabe que me gusta el chaulafán, me dice: ‘es chinita y hace rico el chaulafán’. Son cosas lindas que yo las tengo todas anotadas”, cuenta.
El libro salió bajo la editorial de La Librería Vida Nueva (en Plaza Quil), donde se hizo el lanzamiento el jueves 2 de agosto. Se lo vende también en Tinta Café (Plaza Lagos km 6,6). Sin embargo, los libros se editan bajo la Colección Tis, y es que así es como la llaman sus nietos: Abuelita Tis.
Entre otros de los cuentos escritos por Beatriz, que aún no han sido publicados están: El sueño de una abuelita y La casita de los abuelitos, y muchos que aún no tienen título. “Tengo hechos algunos, pero no han salido oficialmente”, dice y añade que a fines de este año sería el lanzamiento de su segundo libro.
Dicen de ella
“Siempre le ha gustado escribir y ahora ha podido trascender. Ahora de grande es una gran escritora. Ella siempre está inspirada y se sienta a hacerlo”.
Eduardo Calero
Esposo de Beatriz