“Aquí botaban basura, hacían sus necesidades biológicas las personas de la calle, esto era terrible”, es el testimonio de Aidé Aguirre, madre de un alumno del colegio Domingo Savio, situado en las calles Carchi entre Domingo Savio y Chambers, donde el Municipio construye un parque.

Aguirre comentó que hasta hace unos meses los olores pestilentes que emanaban de la basura que se arrimaba en la pared del colegio molestaban a los alumnos, profesores y moradores del lugar.

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“Han pasado algunos directores y todos hicieron gestiones para que esto cambie y parece que por fin llegó el día”, recordó la mujer que vive en Chávez Franco y José Mascote.

Daysi Reyes, habitante del sector, contó que la acumulación de basura se observaba en el día y en la noche.

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“Las personas que reciclan quemaban la basura aquí mismo y eso era a cualquier hora del día”, dijo.

La situación llegó a generar incluso temor, pues entre los desperdicios se acumulaban los chamberos a consumir drogas, según los moradores.

Mientras que María Parrales indicó que la basura llegaba hasta la mitad de la calle Domingo Savio, por lo que al pasar los vehículos los desperdicios se esparcían en el suelo.

“Venía gente de otros lados a botar basura, hasta animales muertos. Era caótico”, refirió.

El panorama cambió desde hace un mes, cuando llegaron los obreros del contratista Patricio Mancheno a construir el parque cuyo plazo de entrega es de tres meses.

Hasta el momento se han instalado resbaladeras, columpios, pasamanos y paralelamente se van formando círculos con bordillos en el suelo.

Para construir esta obra se cerró el acceso a Carchi entre Domingo Savio y Chambers, por lo que en sentido norte a sur, los conductores deben virar por Chambers y avanzar hasta Tungurahua, y de sur a norte los choferes toman Domingo Savio para continuar hasta Tulcán.

Asimismo, los chamberos e indigentes que se agrupaban en la zona han sido desalojados y ya no se los ve por el sector.

No obstante, los moradores y padres de familia del colegio Domingo Savio esperan que en el parque haya control para que no se ocasionen daños, sobre todo en el mobiliario.

“Si alguien no supervisa la gente vuelve a meterse o de pronto van a dormir en las bancas. Esa es nuestra inquietud ahora”, acotó Aidé Aguirre.