Son las 06:00 cuando Ignacio Coello sale a comprar el pan y se percata de que a pocos metros de su vivienda, ubicada en la 24, entre la P y Q, la tapa de un pozo de la Corporación Nacional de Telecomunicaciones (CNT) está abierta. Los cables rotos y mezclados con basura lo alarman.

“¡Negra, revisa si tenemos tono, se han robado los cables!”, grita a su esposa, Flora Mora, quien confirma que ya no tienen servicio telefónico.

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Coello estuvo tres días sin poder hacer o recibir llamadas, “es increíble la astucia de la delincuencia para llevarse los cables. Nosotros quedamos incomunicados y fue realmente muy molestoso”, indica el usuario.

La familia de Javier Jiménez, habitante de La Florida, en el norte, fue una de las 9.000 que se vieron afectadas, en agosto pasado, por las constantes sustracciones de cables telefónicos en ese sector.

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En la vía a Daule también es común el robo de cables de energía eléctrica. Jiménez menciona, además, que en la autopista Narcisa de Jesús o Terminal Terrestre-Pascuales, hay tramos encendidos y otros a oscuras. “En lo que va del año se han llevado los cables varias veces. Es muy peligroso manejar así”, manifiesta.

Las empresas perjudicadas: la Corporación Nacional de Telecomunicaciones, Empresa Eléctrica de Guayaquil y el Municipio coinciden en que el robo de las redes que suministran los servicios de teléfono y luz, es estimulado por la venta ilícita de cobre, metal que se encuentra en el interior de los cables y es comercializado a $ 2 el kilo en el mercado.

Según los datos del Observatorio de Seguridad Ciudadana, de enero al 16 de octubre de este año se han registrado en la Fiscalía 47 denuncias por sustracción de cables telefónicos y una por eléctricos.

El Municipio, que ha asumido la iluminación de varias calles y avenidas regeneradas, tiene 60 casos en lo que va del 2011, pero sin denunciar.

El fiscal de Delitos contra la Propiedad, Roberto Cabrera, reconoce que las denuncias en su mayoría no llegan a una sentencia porque en la investigación no se determinan responsables, ya que no son hechos flagrantes ni hay testigos.

Sin embargo, resaltó un caso denunciado por la Eléctrica de Guayaquil en el que fue sentenciado a un año de prisión Eudes Polo Zambrano, a quien los moradores de la 29 y García Goyena, a las 04:00, retuvieron en marzo pasado cuando cortaba cables de energía en este sector del suburbio.

El Cabildo registra pérdidas por $ 500.000 en reposición de cables robados en lo que va del 2011, mientras que en el 2010 CNT registró $ 413.149 y 94.453 clientes sin servicio hasta que se repararon las redes.

Un vocero, quien prefirió el anonimato, aseguró que la CNT realizó investigaciones internas para determinar si ha habido o no la participación de empleados en la sustracción de cables. “Con la investigación se logró disminuir los robos si comparamos de enero a septiembre del 2010 (56 denuncias) con 47 del 2011 en el mismo lapso”.

La CNT no dio una entrevista sobre estos casos. Diego Carrera, jefe de Comunicación, dijo que “en esta ocasión no había un vocero oficial para tratar el tema”. La Eléctrica tampoco concretó una cita. Relaciones públicas respondió un cuestionario vía correo electrónico.

Wilfrido Matamoros, gerente de la Fundación Guayaquil Siglo XXI, indica que, “si bien es cierto el Municipio se encarga de la canalización del área eléctrica subterránea en lugares regenerados, es la Empresa Eléctrica quien debe responder por las pérdidas de reposición, porque legalmente son los encargados del servicio, pero nos ha tocado asumirlo”.

Para los dueños de las recicladoras, es necesario que las autoridades apliquen un mayor control a los centros clandestinos dedicados a la compra-venta del metal. “Ahora ya no se vende el cable físico, sino que lo funden para negociarlo en bruto y así evadir a las autoridades. En locales pequeños del suburbio y sur, ni siquiera preguntan la procedencia del cobre”, manifiesta la encargada de un negocio legal, que asegura que este cobre llega como materia prima a industrias siderúrgicas y eléctricas formales.

Daniel Tubay, habitante de Venezuela y Abel Castillo, refiere que en la madrugada llegan personas a comprar chatarra en locales improvisados como bodegas.