El comercio nuestro , que impulsa el progreso de su propia geografía, y de la regional y nacional, tiene originales formas de manifestarse y de otorgarle identidad a la ciudad.

Uno de esos ejemplos, a pesar de que la metrópoli se expande y los establecimientos se incrementan para atender a mayor número de vecinos, es la reunión o cercanía de aquellos de acuerdo con la actividad que desarrollan.

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Así, en la calle Ayacucho proliferan los que venden repuestos y accesorios para vehículos; en la Rumichaca están las ferreterías; en el sector de Riobamba, Boyacá, Padre Solano, Alejo Lascano y aledañas, las distribuidoras de medicinas y productos farmacéuticos; en la calle Cuenca, las mueblerías, etcétera.

En cuanto a los juegos de sala, comedor, camas, roperos, veladores, mesas, sillas y demás muebles de uso doméstico y con precios acorde con el modesto presupuesto familiar, son conocidos los almacenes que se ubican a lo largo de las calles Rumichaca y García Avilés, desde Ballén hasta Alcedo, donde todos los días de la semana, pero especialmente los sábados y domingos, se observa un ir y venir de familias para comprar algo que necesiten para embellecer o cambiar el mobiliario al que le dieron de baja en el hogar.

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Mientras los propietarios y empleados invitan a los transeúntes e interesados a pasar al local, los cargadores y conductores de camiones y camionetas ofrecen sus servicios para trasladar las compras.

Esto es parte de otra inconfundible estampa de nuestra querida urbe.

Apuntes de Germán Arteta Vargas

Rayo de luz que brilla al despertar la aurora, / iluminando sus cerros, sus valles y sus ríos. / Esa es Guayaquil, ciudad gloriosa, acogedora y fecunda.

Ramón Chávez Lara, guayaquileño