En la década de los ochenta y noventa en Urdesa era común encontrar mucha gente en sus alrededores. Grupos de amigos hacían de este espacio su sitio de distracción y entretenimiento. Urdesa era sinónimo de gente alegre que paseaba por sus calles y peatonales, sin pretextos para el aburrimiento.
Infinity, el parque de Urdesa, el cine Maya o El viejo pernil son algunos de los nombres que farreros de esos tiempos recuerdan con nostalgia. “Extraño a la Urdesa de antes, no era tan comercial como es ahora, las personas disfrutaban más en grupo, se veía gente, ahora no, solo locales”, manifiesta resignado Fernando Herrera, un locutor de radio de 50 años.
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El viejo pernil era una carretilla donde se vendían sándwiches de chancho, pavo y pollo, que abría de 18:00 a 04:00. “Luego de ir a la discoteca Infinity todos íbamos a comer sándwiches de chancho, pollo o cualquier tipo de comida que vendían”. La carretilla quedaba en la av. Víctor Emilio Estrada y Las Monjas.
También recuerda el cine Maya, a sus 8 años, vio la película El Padrino y El Graduado. “Me encantaba ese cine, allí se podían ver dos películas seguidas”, explica.
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El sector del parque de Urdesa siempre fue un espacio para que las personas disfruten de conciertos en vivo de las bandas de la época, como Los Corvets y los grupos de estudiantes que iban allí.
También para Zoila Segovia, de 45 años, Infinity fue la discoteca que más disfrutó. “Yo iba cuando tenía 16 y eso que no se podía entrar, pero mi hermano era mayor de edad y entraba con él”, explica esta ama de casa entre risas recordando sus tiempos de adolescencia.
Las cosas que más recuerdo es que allí llegaban los famosos de la época, gente de televisión y lo que se consideraba las personas más populares de Guayaquil. “Uno podía ir a partir de las 18:00 y ya empezaba a farrear”, recuerda Zoila, quien cree que Urdesa ha cambiado por la delincuencia y además porque ya existen otras formas para divertirse, menciona.
Corría 1987 y la avenida Víctor Emilio Estrada era el escenario que los jóvenes preferían para salir a distraerse. Aquí los chicos y chicas paseaban en sus vehículos para conocer más gente.
“Todos los viernes un equipo de fútbol de la Universidad Católica salía en su camioneta y daba vueltas alrededor de la calle”, relata Jéssica Camacho, de 43 años. Ella recuerda que salía con sus seis amigas a esperar que los deportistas parquearan sus carros y se bajaran a escuchar música.
“Era de lo más común reunirse en el parque de Urdesa, los viernes y fines de semana, la gente se reunía a conversar, traía su propia música en el carro y se tomaba uno que otro trago, pero hasta que la policía llegaba, porque no era permitido”.
Jéssica también recuerda que había un puesto de comida llamado Nacho´s. “Me acuerdo que el dueño era un italiano, iba con todos mis amigos a comer allí, después de la farra, pero nunca me di cuenta en qué momento desapareció”.
Sin embargo, de esa época, Soda Stereo tocando en la Facultad de Arquitectura de la Universidad Católica es el mejor recuerdo que tiene. “La gente pasaba la bola, Soda Stereo se presenta en la Universidad, nosotros no lo podíamos creer, la gente estaba como loca, desde los carros en el parqueadero los estudiantes cantaban”.
Santiago San Miguel es otro que concurría al lugar, pero antes disfrutaba de ir a Cielito Lindo, en Circunvalación Sur. “Mucha de la gente iba allá a hacer la preli, se comía y se conversaba un rato y luego íbamos a Infinity”.
Otros lugares que recuerda son Hulligangs, Chapus y Ozonos. Todas estas discotecas ubicadas a lo largo de la Víctor Emilio Estrada. “Hullygangs era un concepto más deportivo, era otro tipo de música, más informal”, explica Santiago, quien señala que Urdesa era más pequeña y se necesitaba poco dinero para farrear y estar con los amigos.
Los policines
Otros de los espacios que la gente recuerda son los Policines, que dejaron de funcionar en 1994.
Andrea Arriagada revive que la mamá de una amiga trabajaba allí y era más fácil la entrada porque las filas para ver una película eran interminables. “Me da risa, me acuerdo que eran dos salas de cine, Policine 1 y 2, en cada una proyectaban una película distinta y si no te veían podías ver hasta la otra película sin pagar”, confiesa Andrea ahora a sus 30 años.
“Recuerdo que vi El Rey León. Eran filas interminables que llegaban donde es ahora Claro. Lo más complicado, tenías que hacer mucha fila”, dice Andrea.
En Urdesa no solo era el espacio para las discotecas, también para pasear en bicicleta y hacer fiestas en las casas. Jaime Freire, quien vivía en Guayacanes junto a sus 4 hermanos se acuerda que aquí lo más común era que afuera del barrio se conversaba, se salía a caminar o esperar que haya una reunión después del colegio.
“Yo estudiaba en el colegio Javier, nos quedaba más cerca que todos mis amigos fueran a mi casa y que luego, por la noche, esperáramos que las fiestas empiecen, por lo general eran las chicas del Mariuxi que nos invitaban a las fiestas”.
Actualmente vive en una ciudadela cerrada, pues el desarrollo de Urdesa la convirtió en una zona comercial. “Eran otros tiempos, Urdesa era más acogedora. Ahora es imposible por la inseguridad y la delincuencia que hay en este sector”.