“El arte no llegó a mÍ, yo llegué al arte porque cuando nací me recibieron dos artistas, mi papá y mi mamá”, dice este artista, especialista en cuadros desde que tiene memoria.

Bien dice el adagio popular: “Lo que se hereda no se hurta”, y es que Dante Portilla es hijo del pintor cuencano Luis Portilla y de la quiteña Yolanda Carrión, también pintora y diseñadora de joyas, a quienes califica como sus maestros.

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En Samborondón, sus cuadros son apreciados por coleccionistas y amantes del arte desde hace más de 20 años, en que organizó la primera exposición de arte de la zona, cuando la urbanización Río Grande empezó a ser habitada.

“En ese entonces, Patricia de Cedeño estaba administrando la urbanización, yo la organicé y estuvieron también otros artistas (...) fue en la glorieta del parque de la urbanización que prácticamente fue una de las primeras en Samborondón, desde ahí empecé en este sector”, recuerda.

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Hasta ahora tiene clientes en las urbanizaciones Central Park, Tenis Club, La Castellana, Bonaire, Isla Sol, La Fontana, Rinconada del Lago, Entre Lagos, Vista Sol, Río Grande y la lista sigue. Además de pintor, también es corredor de arte, pues vende los cuadros de su padre, de su hermano mayor Xavier y de sus amigos pintores. Su vida es el arte y nada más.

Su mundo artístico

Su primer cuadro lo recuerda claramente, un payasito arlequín que pintó cuando tenía 8 años.

“Todas mis vivencias desde niño están rodeadas de colores, de lienzos, cuadros y esculturas, incluso crecí rodeado de escritores, poetas y grandes pintores amigos de mis padres como Oswaldo Guayasamín, Octavio Gaviria, Luis Miranda, Theo Constante y Eduardo Kigman”, recuerda Dante.

De su infancia, con especial admiración rememora sus visitas a la casa de Oswaldo Guayasamín, “mi mamá hacía joyas para el museo de Oswaldo Guayasamín antes de casarse con mi papá (…) de pequeño recuerdo que fui varias veces allá, me impactaba tanto ver esos grandes cuadros, los recuerdo claramente”, dice.

Además, confiesa con orgullo que todo lo que sabe lo aprendió de sus padres, sin necesidad de estudiar en alguna academia, “el uso de colores, el concepto del claro oscuro, luz sombra, el equilibrio en los cuadros, todo lo sé por ellos”.

El proceso creativo de sus cuadros se lleva a cabo en un pequeño taller, donde las pinturas y los lienzos se juntan para convertirse en obras de arte. El cuarto es pulcro, excepto por una pared que está manchada de colores, es ahí donde Dante cuelga los lienzos antes de pintarlos porque no le gusta usar ningún tipo de caballete.

Antes de empezar a pintar, “hay un prebosquejo del cuadro en mi mente” , a medida de que empieza a trabajar la obra va saliendo a la luz. Dos días o una semana puede tardarse, dependiendo de su inspiración. “Hay veces que el cuadro no me satisface y mientras no me satisfaga emocionalmente en lo que yo quiero expresar no lo termino ni lo firmo (...) hasta que yo me sienta a gusto con lo que hice” sostiene.

Su esposa, Margarita de Portilla, comparte con Dante la labor de vender los cuadros a los clientes en Samborondón, Los Ceibos y Urdesa. “La mayor parte de nuestros compradores son coleccionistas privados de Samborondón”, dice.

Plasmando sentimientos

Sus cuadros son como fiestas de colores en donde predomina lo abstracto, que a veces se mezcla con la naturaleza, de la que Dante es un admirador.

“El estilo abstracto me deja expresar los sentimientos que son cosas que no tienen forma, no se pueden dibujar (...) cada color para mí significa algo, los tonos café y los ocre representan a la tierra y firmeza, el verde, la vegetación, y los blancos son paz, alegría”, explica Dante.

Joseph Camacho, residente de la urbanización Lago Sol, adquirió sus obras hace casi dos años. “Son cuadros muy bonitos que reflejan modernidad mezclado con lo abstracto, tengo también un cuadro de su papá; Dante tiene la sangre de pintor”.

Un lienzo de hasta un metro de ancho por un metro de alto puede llegar a costar $ 1.300, los precios, dice su esposa Margarita, varían de acuerdo con el tamaño de la obra y a su complejidad.

“Cuando Dante ha pintado los cuadros entonces llamamos a nuestros clientes para que los vean y si son de su agrado los compren”, sostiene Margarita.

Por ahora, Dante está a la espera de que se concrete una exhibición en el Village Plaza.