“En Cuba se vive del ballet” y es una profesión como cualquier otra, comienzan a estudiar niños de 5 años y cuando tienen 15 años hacen audiciones para pasar de nivel, una vez cumplidos los 18 años, reciben un sueldo por enseñar el arte de bailar y empiezan con los más pequeños para enseñarles.

Estas fueron las palabras que hicieron coincidir a Margit Peguero, nacida en Pinar del Río el 27 de octubre de 1973, y Daet Rodríguez, en Camagüey el 2 de septiembre de 1972; ambos de origen cubano, se conocen desde los 15 años, pero bailan desde los 5 años, “en Cuba los niños empiezan a bailar cada uno en su provincia, es como una ley”, comenta Daet quien muestra en sus ojos más que pasión, religión por el ballet. La historia comienza cuando ellos se preparaban cada uno en su lugar natal, mediante la escuela de baile Alicia Alonso, a los 15 años tienen que dar pruebas de audición para quedar entre los mejores de sus provincias, concursar de forma internacional y subir de nivel. Margit y Daet se conocen, pero no fue ahí cuando se enamoran, sino hasta los 18 años que existe un gusto de por medio, según Margit, Daet empezó con el coqueteo, a ella le gustaba otro, entre risas ambos saben que el amor fue a segunda vista. Cinco años después son invitados como primeros bailarines para venir al país, en la ciudad, bailaron en el Teatro Centro de Arte, en 1995, desde ahí el Ecuador y Guayaquil los acoge por su talento y su particular forma de bailar.

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Comenzaron con los bailes clásicos como, El lago de los Cisnes, Bella Durmiente, entre otros; poco a poco se fue formando el cuerpo de baile, para hacer las presentaciones en público, pero no fue hasta el 2001 que deciden fundar Cuballet, su academia de baile, avalada por la Escuela de Ballet Cubana de Alicia Alonso; en Kennedy Nueva, también existe una sucursal de Cuballet, por eso el tiempo de ambos es bastante reducido “las chicas al final del curso reciben un título de la Academia de Alicia Alonso.

No se sabe quién es más apasionado por hablar del baile, pero Daet domina el arte de hablar bien, y Margit el arte de coincidir con su esposo, cuando él habla ella lo admira y cuando ella sonríe él contempla su rostro con atención. Una vez que se radicaron en la ciudad, empezaron a vivir juntos, “así nos íbamos conociendo más”, comenta Margit; en el año de 1997 deciden irse para Cuba a casarse en la ciudad natal de Daet, Camagüey. Darien de 9 años y Talina de 8 son hijos de este matrimonio que a primera vista dejan ver felicidad, complemento y amistad.

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“Darien era un niño que bailaba y dejaba a todos con la boca abierta, pero ahora los prejuicios de los niños han hecho que ya no quiera bailar más”, lamenta Daet y Margit con un poco de tristeza; mientras que Talina es fiel al baile desde los 2 años de edad y la pasión de bailar la llena muchísimo. Ambos recuerdan cómo fueron sus inicios, Margit se enteró que iban a hacer las audiciones y no dudó un segundo, se vio un poco frustrada cuando le dijeron que era un poco pequeña, pero con el tiempo el talento opacó por completo esa observación.

Daet recuerda que a él de pequeño le decían Alicia Alonso, porque bailaba y eso a veces le molestaba muchísimo, quería dejar el baile por el qué dirán, pero amaba lo que hacía, por eso él también dice que es normal que a veces los chicos se sientan avergonzados, pero que no es impedimento para ser un gran bailarín, “lamentablemente la sociedad los cría así y el medio no les ayuda”, dice Daet, por ello la Academia Cuballet tiene becas completas para los chicos que quieran iniciarse en el baile, piensan que un cuerpo de baile es mucho más fuerte, elegante, pesado, con hombres y mujeres combinados, hasta el momento su cuerpo de baile solo es de mujeres.

El sentir el ballet dentro, para ellos es la emoción de representar a un personaje y llenarse de las miradas del público, “son gratificantes los aplausos, pero es aún más satisfactorio poder agradar con el baile a la gente”, comenta Daet.

Para Margit hay un calor que llega del público y eso es emocionante, salir a dar un espectáculo de lo ensayado durante semanas es lo mejor que puede pasar, el aliento de la gente me llena como bailarina, añade ella.

Piensan que los requisitos básicos para ser un buen bailarín es firmeza en los pasos, elasticidad y elegancia al momento de representar a los personajes, para Margit es muy importante que las niñas y niños sean responsables con su baile, “para que haya coordinación, es necesario ser rectos con las ideas y los pasos que damos”.

Uno de los proyectos que tiene esta pareja por cumplir, en los 10 años de fundación de Cuballet, es llevar a su cuerpo de baile a Cuba, para que conozcan los inicios de sus maestros, quieren que concursen en la Academia de Alicia Alonso, “será una experiencia única para ellas y muy gratificante para nosotros”, dijeron ambos. Cuando se le pregunta a Margit qué es Daet en su vida, ella muestra una sonrisa muy amplia, “más que un esposo, es un compañero perfecto de baile, es mi complemento para hacer las cosas”. La pareja en sus ratos libres, que son bastante escasos, va al estadio a ver el fútbol, sobre todo, si se trata del Barcelona Sporting Club, su equipo preferido desde que llegaron a la ciudad, y tratan de disfrutar cada parte de la vida de sus hijos; de vez en cuando viajan a Cuba, cuando es época de vacaciones, pero no piensan regresar a vivir allá, sienten que han dejado una huella muy importante en Guayaquil, y en los niños y niñas que estudian en el centro, quieren dar, enseñar más y aprender de lo que la ciudad aún les puede brindar todos los días.

La madre de Margit, María Vargas, es quien vive en la ciudad y se encarga del cuidado de los hijos, debido a que el tiempo de esta pareja es muy limitado. El 26 de abril el grupo de baile de Alicia Alonso viene a la ciudad a deleitarnos y aunque esta pareja no participará estarán en primera fila para recordar sus inicios y lo que los enamoró.