Fernandito, de 8 años, quisiera dejar de ser pobre y que se concrete su sueño de correr en extensos parques con sus hermanos por lo menos una hora a la semana. Pese a que su condición socioeconómica lo limita, justifica su madre, este niño se las ingenia en casa para construir con palos y cañas mesas y sillas de la “escuelita”, su juego favorito de fines de semana.