Luego de dos horas de buceo, Juan Ostras emerge del mar, halando su balsa y sus 52 años. Heredó el oficio de su abuelo y padre, Luterio Yagual y Luis Antonio Reyes, respectivamente. Eso ocurrió cuando Juan Reyes Yagual tenía 13 años.
Aún su apellido paterno era Reyes. Después sería Ostras como el molusco (Ostrea iridescens) que arranca de las rocas submarinas utilizando una pata de cabra y luego para ofrecerlo en su restaurante de General Villamil, Playas.
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El de Juan Ostras es un oficio milenario. Desde la época precolombina los buzos cholos descienden al mar tras la ostra. Desde la común hasta la ostra perla (Spondylus calcifer) y la concha dentada (Spondylus princeps) que por ser considerada sagrada era más codiciada que el oro.
Un sábado de febrero muy soleado, acompaño a Juan Ostras a Punta Chapoyas. Luego de bucear, captura algunas docenas de ostras.
Regresamos a Playas. El mar azul y su espuma quedan atrás besando esas rocas negras de Punta Chapoyas.
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El carro sube y baja por 8 kilómetros de un camino lodoso. Durante ese zangoloteo, Juan recuerda que cuando era niño desde Playas se trasladaban en burro hasta El Pelado y otros lugares donde buceaban: Punta Engabao, Punta Mal Paso, Punta Sienta Pájaros, Punta Real y Medio, Punta Zapote.
Pero esas minas ya casi están agotadas. Por eso los ostreros –entre 15 a 20– ahora se desplazan más lejos. “Buceamos en la frontera con el Perú, la zona de Puerto Bolívar, la isla del Muerto –Santa Clara–, Chanduy y parte de Punta Carnero”, dice.
Hacia allá viajan en lancha a motor fuera de borda, en esos sitios tienen su flotilla de balsitas. A los lugares lejanos salen por la mañana y regresan por la noche. “En tres horas de buceo como mínimo tienes que tratar de coger unas 100 ostras”, comenta Juan Ostras.
Bucean sin tanque de oxígeno, solo un visor protege los ojos del agua salada.
A pulmón limpio descienden de 3 a 7 metros, llevan esa herramienta de forma de J para despegar a las ostras de las rocas negras. Cada vez que ascienden dejan las ostras en la balsa, descansan unos minutos y otra vez al fondo marino.
La marea baja y el agua cristalina son favorables. Pero también existen amenazas.
“Cuando una mantarraya me clavó su aguja en el pie”, dice el ostrero señalando la cicatriz que quedó luego del acontecimiento.
Después de 39 años de bucear a puro pulmón, Ostras ya no es el mismo.
“Si antes buceaba 7 días, ahora solo 3, con mi restaurante de comida gourmet tengo poco tiempo y fuerzas”, confiesa.
DEL FONDO DEL MAR A LA MESA
En el populoso barrio La Dolorosa, más conocido como La Viradita, está el tradicional restaurante Juan Ostras y al lado, su anexo: La Ostra que Fuma, que pertenece a sus hijos Katty de Mite, Wilmer y Carlos Martín Reyes Yagual.
Su restaurante tampoco es el de antes. No es lujoso. Es auténtico y sencillo como la madera y la caña. La primera vez que lo visité –en 1996– abría solo los fines de semana y la única oferta era ostra gratinada al carbón con queso parmesano, mantequilla y orégano.
Y la espuma de una cerveza helada servía en la espera. Ahora el menú es amplio, desde ostras simples, $ 3, al caviar con berenjena, $ 4,50.
Además de cebiches de ostras, percebes, caracol, etcétera. Rissotto de ostras, $ 5. A más de especialidades con tilapia, concha, langostino y langosta.
Ese mediodía, después de bucear, Juan Ostras atiende a sus clientes. Se muestra amable y atento, que todos quieren conversar con él.
“Puedo decir que en Playas soy una leyenda viva”, asevera orgulloso. Está seguro de que sus hijos llevarán adelante La Ostra que Fuma y también un nuevo local que proyecta.
Comenta que la gente que se quiere asociar, le dice: “No queremos que tu negocio sea así pobrecito, mal pintado, ¿cuánto necesitas? Pero tengo que pensarlo bien. Además no necesitas un local de lujo y una comida mala, sino deliciosa comida y prestar un buen servicio”, asevera el buzo legendario que siempre dice: “Mi nombre es Juan Ostras, porque si le digo que me llamo Juan Reyes, en Playas nadie va a saber quién es ese personaje”.
Restaurante
El restaurante Juan Ostras, ubicado en el barrio La Viradita o La Dolorosa, como también se lo conoce, atiende todos los días desde las 09:00 hasta las 23:00.
Famosa
La actriz norteamericana Bo Dereck, conocida como la Chica 10, figura entre los clientes ilustres del negocio de Juan Ostras. En diciembre pasado ella recibió un departamento en Playas, en el edificio O Mar.
Políticos
El presidente Rafael Correa y el ex prefecto Nicolás Lapentti, entre otros políticos y también deportistas, también constan en la lista de visitantes.