Al igual que varios de sus similares, el parque San Agustín también conserva mucha historia y es otra de las inconfundibles estampas de la metrópoli guayaquileña.
Tiene su encanto, aunque no ocupa enorme extensión ni posee juegos infantiles para la algarabía de la chiquillada del barrio o visitante.
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Aun así, el parque San Agustín, que lo limitan actualmente las calles Luis Urdaneta, al norte; Quisquís, al sur; Pedro Moncayo, al oeste; al este, Seis de Marzo, se convirtió en peatonal, conserva un atractivo especial en medio del trajín vehicular y peatonal, que es común desde hace muchos años en la zona.
No faltan los salones de comida y bebida, panaderías, boticas, bazares, carretillas de frutas y alimentos rápidos, etcétera. Un antiguo taller de ebanistería y tallado es representativo del vecindario.
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El parque fue conocido a comienzos del siglo XX como la plaza 24 de Mayo y tal nombre consta en los planos de Francisco Landín (1909) y de la compañía White (1920). Enfrente de él, en las calles Luis Urdaneta y Pedro Moncayo, se levanta la iglesia de San Agustín, que posee una historia muy singular.
El templo tuvo diferentes ubicaciones hasta cuando llegó al Barrio de la Soledad, en la que se levantaba la capilla de Nuestra Señora de los Dolores, en el antiguo sector conocido como Las Ninfas y Daule (Luis Urdaneta y Pedro Moncayo), hasta la inauguración del nuevo edificio en 1926.
Desde ese último año se afianzó la denominación de San Agustín para la plaza 24 de Mayo; en cambio, tras la colocación del busto al poeta guayaquileño Medardo Ángel Silva, asimismo se hizo costumbre popular darle este nombre en recuerdo del personaje que más de una vez debió cruzar esas calles por haber sido vecino de barriada.
En la actualidad, San Agustín tiene cerramiento y bancas de hierro, moderna luminaria; pero no le faltó un fotógrafo de antigua cámara y lustros atrás, en sus predios armaron carpas los circos Yovaniny y Char, este último en el que actuaba Olimpo Cárdenas.
Los carruseles de caballitos, las retretas y más diversiones populares se intensificaban con las fiestas de San Agustín, Señor de la Buena Esperanza y otras que organizaban los frailes agustinos.
Vecinos de San Agustín fueron la Sociedad de Cacahueros Tomás Briones, el depósito de bomberos Comercio Nº 20, el cine Centenario, etcétera... A poca distancia continúan el edificio de la Sociedad de Carpinteros, el café galería Barricaña, la sede del desaparecido Club de Trabajadores Guayas y por supuesto el parque del Centenario.
Los buses y taxis a Durán y fiestas de Yaguachi, al hipódromo Buijo y las ferias de Durán, Agrícola Ganadera y más lugares tienen su estación obligada en los alrededores del parque.
Un ceibo de añeja figura testimonia la flora originaria del parque, en el que resaltan otras especies. Ellos, junto con las torres de San Agustín y las palomas que las habitan son testigos del intenso movimiento que existe en esas calles durante el día y que solo declina a la medianoche, para reanudarse en las primeras horas del nuevo día.
El parque San Agustín o Medardo Ángel Silva es otra inconfundible postal de la tierra guayaca.