Incluso a los 78 años, Clint Eastwood te da la mano con una firmeza que aún intimida. Llegó a la entrevista en el restaurante Mission Ranch como si fuera el dueño del lugar, y eso no tenía nada que ver con el hecho de que sí lo es.

Han pasado 20 años desde que Eastwood fue alcalde de Carmel, pero está claro que ahí todavía es el rey. A diferencia de los taciturnos personajes que interpreta, es voluble y platica y ríe con un entusiasmo que lo hacen parecer más joven. El próximo mes se anunciarán las nominaciones a los Óscares, y él tiene dos filmes en la contienda: Changeling, con Angelina Jolie, y su cinta más reciente, Gran Torino, que se estrenará este invierno.

Publicidad

En Gran Torino, Eastwood interpreta a Walt Kowalski, veterano de la Guerra de Corea, trabajador jubilado de la línea de ensamblado de Ford y racista que se sienta en su porche en Detroit y ve cómo su cuadra es invadida por inmigrantes hmong del sureste de Asia. Cuando una pandilla presiona a un adolescente que vive en la casa de al lado (interpretado por Bee Vang) para que intente robar el auto clásico Gran Torino de Walt, éste se ve inmerso violentamente en las vidas de sus vecinos.

Ahora se oye hablar de un Óscar (nunca ha ganado como actor). Él afirma que los premios no le importan mucho. Cuando se le preguntó para quién hace filmes, Eastwood dijo: “Estás frente a él”.

Publicidad

Esa postura parece cautivar a los votantes del Óscar, quienes han recompensado generosamente sus filmes en los últimos 15 años, incluyendo dos premios a la mejor película.

Gran Torino es el largometraje número 29 que Eastwood ha dirigido; más que Martin Scorsese y Steven Spielberg. Eastwood compró el guión de Gran Torino en febrero y filmó la película durante el verano con la velocidad de un cineasta guerrillero, en 32 días. El ritmo veloz lo ayudó con los miembros hmong del reparto.

La mayoría nunca había actuado y muchos no hablaban inglés. “Les daba pequeños consejos sobre la marcha, actuación básica, voy a un paso que no les da demasiada oportunidad para pensar”.

Tampoco tiene Eastwood mucho tiempo para preocuparse por Hollywood. Después del rodaje regresó a Carmel, donde vive con su esposa, Dina Ruiz. Trabajó con sus dos editores cinematográficos durante alrededor de una semana. Entre sesiones se sentó al piano y fue escribiendo un tema: ha escrito gran parte de la música de sus filmes.

Lo que Gran Torino comparte con las películas de Harry el Sucio es la fuerza del lenguaje. Walt expresa la repugnancia que siente por los hmong con un torrente de obscenidades.

Para Eastwood, el lenguaje brusco es fundamental para la historia de Walt. “Si simplemente se hace amigo de estas personas y no tiene ningún obstáculo personal que superar, no sería un personaje interesante”, afirmó.

Sin embargo, Eastwood también confiesa sentir empatía con la elección de palabras de Walt de una manera que sin duda molestará a la gente que lo ha apoyado.

“Estás mostrando a una generación diferente. Muestra cómo habla. Estados Unidos ha llegado muy lejos en las relaciones entre razas, pero el péndulo oscila muy atrás”, dice.

Más que ningún otro primer actor, Eastwood está dispuesto a interpretar personajes de su edad. A los 78 años quizá esté más delgado que antes, aunque de esa manera correosa que revela fuerza tanto como la disminuye. Después de que Walt le propina una paliza a un miembro de la pandilla, en la escena siguiente Eastwood lo muestra sin aliento, batallando para abrir la puerta de su casa.