“Nunca me he ido de mi tierra, aquí nací y me quedaré, porque parece que al salir me voy a morir por otro lado”, comenta al recordar que desde los 10 años empezó a cultivar la tierra junto con su padre.

Esta fue una tarea a la que se dedicó hasta hace cinco años y que abandonó debido a sus dolencias físicas. “Nos gustaba cultivar, pero debíamos esperar la lluvia”, comenta esta junteña que al no poder cultivar la ciruela optó por dedicarse a preparar la mermelada que le solicitan otros comuneros para venderla en la feria.

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En la cocina de su  vivienda, de paredes de caña y piso de tierra, pasa todo el día. “Antes lo hacía (mermelada) en el fogón, pero se me quemaba la olla”, señala y  agrega  que este año optó por usar la cocina a gas.

La experiencia adquirida con los años le permite saber a  Suárez el momento en que debe agregar la vainilla, la canela y el azúcar.

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Ella no sabe contar, pero asegura que los clientes le han prometido que la paga será buena. El dinero que reciba, añade, le permitirá comprar comida y también las medicinas para calmar el dolor en la pierna derecha que cubre con una venda.

Lamenta que pese a tantos años Las Juntas no tenga un dispensario médico. El más cercano  queda en Cerecita, el único sitio adonde acude para el chequeo médico.

La falta de mantenimiento de la vía de acceso es otro de los problemas que menciona. Pese a ello dice sentirse bien. “Soy muy feliz con mis dos nietas”. Hoy se prepara para recibir su paga y pese a su dolencia en la pierna también quiere participar en el baile del festival.