La suma de sus columnas y filas debe coincidir en una misma cifra. Los antiguos chinos calificaban esa propiedad como “mágica”. Hoy, un matemático guayaquileño asegura que descubrió el “truco”. En la antigua China ya se conocían los cuadrados mágicos desde el tercer milenio a C., los cuales eran llamados cuadros Lo Shu. Según la leyenda, los pobladores de un territorio intentaban calmar la ira del dios del río Lo a través de una ofrenda, porque se había desbordado. Sin embargo, al hacerlo aparecía una tortuga que rondaba aquel regalo que lucía ignorado por la divinidad. Un muchacho se percató de las peculiares marcas del caparazón de la tortuga (eran similares al cuadro básico), por lo cual incluyeron en el regalo la cantidad presuntamente solicitada (15). Y así quedó el dios satisfecho, según Wikipedia. Las aguas del río Lo volvieron a su cauce, pero la curiosidad de los matemáticos de esa época comenzó a desbordarse para analizar cómo funcionaba la ubicación de las celdas para lograr que la suma de sus filas y columnas dé como resultado una misma cantidad. La popularidad de tales cuadros se extendió tanto que los indios, egipcios, árabes y griegos también conocieron combinaciones numéricas de esta clase, a las cuales les han atribuido propiedades astrológicas y adivinatorias. ¿Sin regla general?En 1691, el matemático Lobére publicó una variación de los cuadros matemáticos y manifestó que no había “regla general” para su solución, según la colección española Biblioteca Hipermedia, por lo que su uso apuntaba generalmente a la búsqueda aleatoria de cifras que logren coincidir en sus sumas horizontales y verticales. El profesor Carlos Briones consideró hace cuatro años como un reto la creencia de que no existía “regla general” para la resolución de tales cuadros. Por ello desde entonces ha combinado su labor como maestro particular de matemáticas con la búsqueda de fórmulas que colaboren con la utilización de esos cuadros para fines pedagógicos. “No hay magia en esto. Es una herramienta de las matemáticas regida por procesos exactos”, señala ahora quien considera haber resuelto las fórmulas para trabajar con alumnos de matemáticas de cualquier nivel. Su mayor o menor complejidad radica en el contenido de las celdas: ¿números enteros, decimales, quebrados, complejos? Briones propone entender cómo funcionan los cuadros a través de la forma básica de 3x3 (9 celdas), teniendo como constante mágica (sumatoria de celdas y columnas) el número 15. Se comienza al dividir para 3 el total de las sumatorias, cuyo resultado se ubica en la celda central de todo el cuadrado (en este caso 5). Con esa cifra se empieza a emplear una serie de fórmulas (ver ilustración) hasta llenar todas las celdas. “Lo más complejo fue determinar la constante (2/5); con ella se multiplica la primera cifra (central) para ubicar el resultado en cualquiera de los extremos del cuadro; luego se aplican fórmulas muy sencillas para llenar las otras tres celdas de los extremos, para finalmente completar las restantes”, indica este matemático, graduado en la Universidad de Guayaquil. Briones, quien desde niño reside en Chongón, asegura haber sido contactado por editoriales nacionales y extranjeras que publican libros para la enseñanza de matemáticas, además de haber realizado los trámites a las autoridades del Ministerio de Educación y de Propiedad Intelectual para proteger los derechos nacionales e internacionales de sus fórmulas.“Es una propuesta simple para el estudio y aprendizaje de las matemáticas, una ciencia fantástica que merece un mayor entendimiento por parte de los jóvenes y adultos”, concluye. (M.P.) Informes: 08-805-1694.