Los locales y artesanos dedicados a esta labor son muchísimos en Guayaquil. Los hay de ‘primera’ y también aquellos que atienden al paso a quien necesita la enmarcación de un diploma, una foto o una pintura al óleo.
Si emprendiéramos la tarea de hacer un completo inventario de los talleres y artesanos que en Guayaquil se dedican a la tarea de poner vidrios, marcos y/o molduras a los diplomas, títulos, fotos familiares, pinturas, etcétera, que les contratan los vecinos de la metrópoli, aquello resultaría algo imposible porque los locales se han multiplicado por distintos sectores y atienden en esquinas que hasta hace poco no tenían el movimiento comercial de estos días.
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Si hasta más allá de la segunda mitad del siglo pasado estos establecimientos sumaron pocos y se identificaban popularmente con la denominación de ‘taller de marcos y molduras’, en la actualidad más de uno ostenta nombres como ‘marquetería’ u otros sencillamente lucen carteles que rezan: ‘se enmarcan cuadros’ o ‘se ponen vidrios’.
Hay, pues, numerosos de estos locales y puestos al aire libre en calles tradicionales como la Rumichaca, desde Alcedo hasta Luque y el barrio de las Cinco Esquinas, en el centro de la ciudad, además de Urdesa, Alborada, Sauces, Samanes y otras ciudadelas conocidas, que se suman a los sectores de la Prosperina, Guasmo, Cristo del Consuelo, donde también se observan locales de servicios similares.
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Uno de estos establecimientos que gozó de popularidad en las décadas del sesenta y setenta de la pasada centuria fue El Prado, que ocupó la planta baja de una conocida edificación en García Avilés y Luque, frente al teatro Parisiana, luego llamado París. Hubo y hay vidrierías que como un servicio adicional al cliente se encargaban de enmarcar fotos y diplomas.
En la actualidad existen marqueterías que asesoran en decoración (medidas, colores y temas de cuadros) a quienes contratan sus servicios.
De la misma manera, brindan asistencia para la adquisición de obras de arte cuya procedencia original esté en duda.
De entre las numerosísimas marqueterías que funcionan en nuestra urbe se encuentra la ‘Monglass’, ubicada en Noguchi y Francisco Campos. La atienden Julia Urgilés Urgilés, propietaria, y Miguel Sanguña Zambrano, operario, quien resaltó que él trabaja en esta actividad alrededor de quince años.
Miguel Sanguña dijo que la labor que realiza le da la oportunidad de conocer y servir a muchas personas que concurren diariamente con títulos, diplomas de reconocimiento o de participación en seminarios en diversas actividades académicas. Asimismo, hay otras que llegan en pos de vidrios y marcos para fotos de la familia, imágenes religiosas, escudos, labores manuales y tejidos punto en cruz.
Él se encarga de ofrecer molduras como novo 1x1 y 1y1/2, MC3, pan de oro de distinta medida, que se las envían en largas tiras de talleres afines, como los que hay en Santa Rosa, provincia de El Oro. Indicó que si bien hay obras sencillas que demandan una hora para realizarlas, existen otras que demoran hasta un día por el buen acabado que exigen sus dueños.
Indicó que tiempo atrás los colores de los marcos eran más sobrios, pero actualmente junto con el dorado y negro, predominan el verde, celeste y rosado. El uso de la piola casi ha desaparecido y ahora tienen preferencia los cáncamos y ‘dientes’ de fierro. Siguen así como parte del material de trabajo el cartón grueso, los pedazos de tabla de plywood, los clavitos de media y una pulgada, el papel engomado, el diamante para cortar el vidrio y otras herramientas que aseguran un buen acabado.
El valor de los trabajos va desde los tres dólares (las más sencillas) y sube acorde con la medida y grosor de la moldura y el vidrio. Aunque no falta el trabajo durante todo el año, aseguró que meses como julio y diciembre tiene gran movimiento. Lo mismo ocurre en época de abanderados y cuando terminan las clases, pues los padres envían a enmarcar los diplomas de sus hijos.
Este es un breve apunte delos talleres que son parte del Guayaquil antañón.