Hubo nombres emblemáticos como La Lira y La Central, de Constantino Tobalina, famosa por el alquiler de ternos y esmóquines a jóvenes y adultos que se preparaban para asistir a las fiestas de quinceañeras o bodas.
Propagandas en periódicos, revistas, calendarios, anuarios, hojas volantes, etcétera, en las últimas décadas del siglo XVIII y toda la centuria pasada, dan cuenta del notable desarrollo que tuvo y aún mantiene en nuestra ciudad el negocio de las lavanderías y tintorerías, que con su aparición también ayudaron a ahorrar tiempo y salir de apuros en el seno familiar cuando por algún motivo las amas de casa o lavanderas contratadas no pudieron cumplir con su valiosa tarea de tener las prendas de vestir en su punto en los momentos de mayor apremio.
Publicidad
Si bien es cierto que con la apertura cada vez más numerosa de estos establecimientos algunas personas dedicadas al oficio de lavanderas han visto afectada su ocupación y mermados sus ingresos, muchas familias que no contaban con ese apoyo por diversos motivos recurren desde entonces a los servicios que dan las lavanderías y tintorerías con el lavado, secado y planchado de cualquier prenda de vestir (ternos, vestidos, abrigos, camisas y más), además del teñido y el alquiler de ternos y esmóquines.
Hoy, en muchos hogares está olvidado el ritual semanal del lavado de ropa (jabonado, enjuagado, hervido, almidonado, planchado) no solo por la falta de tiempo sino porque la textura de la vestimenta no exige tales pasos; nada entonces de ponerle cáscaras de naranja al hervir las piezas ni agregar añil (pan de azul) en momentos de almidonar, especialmente la ropa blanca.
Publicidad
En cambio, la automatización de las lavanderías instaladas en estratégicos puntos de Guayaquil donde los propios clientes pueden realizar la tarea o pagar por solo el lavado por libras de ropa, torna más inmediata la realización del servicio porque en cuestión de horas se puede tener lista la indumentaria. En esta época contamos con grandes empresas de lavado que tienen muchas sucursales y otras pequeñas que sirven al barrio y clientes asiduos de otros sectores.
NombreS tradicionales
En reconocimiento a la importancia comercial y social que tienen las lavanderías y tintorerías ensayamos un breve inventario que ayudará igualmente a embarcarnos en el carro del recuerdo, pues pocos son los que pueden negar que alguna vez las buscaron para que el viejo terno propio o del hermano parezca nuevo y así lucir ‘futre’ (elegante) en la fiesta a la que fue invitado. O quizás para alquilar un esmoquin para el matrimonio del ‘pana’ del barrio o colegio, o de cualquier pariente que comprometió su asistencia como testigo de la boda.
Como parte de la extensa lista de tradicionales lavanderías con lavado al vapor, al seco y al agua, y las tintorerías que hacían maravillas con el cambio de colores para las mismas prendas recordemos a La Lira, La Central, Silueta, Imperial, Royal, América del Sur, Minerva, Europea, Guayaquil-Eléctrica, La Inglesa, La Competidora, Americana, Ecuador y La Rápida.
Otras más contemporáneas son Electrónica, La Única, Sun Bright, Speed o Matic (lavado al peso), Secomático, La Química, Snow White; Una Hora Martinizing, Starcleaner, Lindeza, Guayas, Unión, Económica, S & M, LavoMatic, Pronto Matic, Ecualavado, Lava Express, Albolavado, Sistematic, Sercimatic, El Brillo, Ecuadry S.A., etcétera.
En la historia de las lavanderías también hay apellidos conocidos: Castrillón, Trulles, Ramos, Murillo, Tola, García, Galindo, Tobalina, Freire, Sánchez, Vásconez, Neytrae, Durán, Brown, Cajas, Salem, Macías, Orellana, Pérez, Rabson, Na hón y de Cornelio Orellana, quien en 1926 en un aviso de Diario EL UNIVERSO consignó que en su lavandería y tintorería ubicada en las calles Sucre entre Chimborazo y Boyacá “se trabaja bien y barato. Prueba hace fe”.