Cuando proliferan mosquitos, moscas, zancudos y otros insectos voladores, aumenta la demanda de los tradicionales toldos entre los guayaquileños, que adquieren estos artículos sobre todo para los niños.
Las primeras lluvias producen apagones, inundaciones y enfermedades. Es cuando la población adquiere botas, encauchados y paraguas. Pero también con las lluvias llegan los insoportables y peligrosos mosquitos (el Aedes aegypti, transmisor del dengue, y el Anopheles, del paludismo).
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Algunos los combaten fumigando. Otros los espantan quemando palo santo. Los que desean dormir tranquilos y protegidos instalan mosquiteros sobre sus camas.
En Guayaquil, los alrededores del Mercado Central son conocidos como la zona de los toldos por los numerosos puestos que ofrecen mosquiteros durante todo el año.
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Por ejemplo, en Diez de Agosto 734 y Rumichaca funciona La casa de los toldos. Exactamente al frente está La esquina de los toldos.
Otros locales y puestos se sitúan cerca y también en el sector de la Bahía. Lo cierto es que todos ellos, estos primeros días de lluvias y mosquitos, son visitados por las personas que desean dormir en paz.
Sobre la fachada de La casa de los toldos cuelgan mosquiteros amarillos y celestes, colores que prefieren los clientes. Su propietario, Julio Bajaña Sánchez, guayaquileño de 42 años, comenzó de caramanchel. “Como no estaba acostumbrado a trabajar en la calle, cuando pasaban mis vecinos me escondía detrás de los toldos”, recuerda.
Luego, con toldos a consignación, empezó a viajar por los pueblos. Hasta que en 1996 abrió su local y también un taller, donde cortadores y costureras confeccionaban cerca de 300 toldos al día.
Los vendedores más antiguos del sector afirman que antes solo había tres tipos de toldos: estampados, de tul y randa. El más utilizado siempre ha sido el de tul porque es ventilado, ideal para el clima invernal caluroso.
Comentan que durante el invierno la gente compra toldos ventilados de randa; en cambio, para el verano se venden toldos de hilo, tela gruesa y estampada que no deja pasar el frío, y cuestan $ 12. Manifiestan que los colores preferidos son el amarillo y el celeste, el blanco en menor cantidad.
Uno de los consejos para los clientes es que deben colocar cartones bajo el colchón para que el toldo dure más, pues así no se queda enganchado en el somier ni se daña por alguna astilla.
José Chóez, vendedor de un puesto en Seis de Marzo y Clemente Ballén, dice que las ventas comienzan con las lluvias, cuando brota la plaga del mosquito. “Nuestra época buena es de enero hasta abril”, comenta, aunque los fabricantes ofrecen toldos durante todo el año a los comerciantes mayoristas de pueblos del Guayas y Los Ríos, especialmente.
Un dependiente de La esquina de los toldos señala que en estos días los que más compran mosquiteros provienen de barrios como Bastión Popular, los Guasmos, la Perimetral, “zonas donde hay charcos y crece el mosquito”.
A decir de Julio Bajaña, “los pelucones también vienen a comprar pero para sus casas de Salinas y Playas, porque allá hay mosquitos”. Él refiere que años atrás los chinos trajeron toldos pero fracasaron porque estaban confeccionados con una tela de tejidos muy abiertos y por ahí entraban los mosquitos.
Bajaña Sánchez durante esta temporada expende diariamente de 100 a 150 toldos a mayoristas y camaroneras que hacen pedidos para sus trabajadores. Cuenta que un amigo una vez le dijo: “Oye, Julio, tienes que hacerle un monumento al mosquito porque de ese animalito vives. Y es verdad”, expresa risueño.
En la zona de los toldos hay para todos los gustos, presupuestos y medidas. Isabel Guerrero, que compró uno de dos plazas, dice: “He venido porque en Mucho Lote los mosquitos nos llevan en peso”.
Existen modelos de toldos abiertos y cerrados. Uno nuevo es el princesa ($ 35), con un armazón grande de platina a manera de cortina para poder abrirlo por los cuatro lados.
El de tul es el más económico. El más caro es el primaveral, de randa durable. Existen mosquiteros para corona de alambre y el cuadrado, ideal para literas.
Los precios de los toldos para camas de plaza y media varían de $ 5 a $ 12; los de dos plazas, entre $ 6 y $ 15; los de dos y media, de $ 8 a $ 18; y los de tres plazas, de $ 13 a $ 20. Los zancudos no dejan en paz, con justa razón un grupo musical cantaba: “Pican pican los mosquitos / pican con gran disimulo / unos pican en la cara / y otros pican en el...”.