Muchos de estos fanáticos del fútbol se acercaban hasta un quiosco algo destartalado pero concurrido que estaba en Quito y Ayacucho, donde vendían especialmente seco de chivo. Como la gente era de escasos recursos no pedían un plato sino el popular ‘paquetazo’, es decir un papel de despacho que contenía arroz, jugo del seco y ocasionalmente algún pedacito de carne. El valor del ‘paquetazo’ fluctuaba entre los 50, 60 y 70 centavos de sucre.