Desde 1972, cuando los restos de la hoy santa Narcisa de Jesús Martillo Morán llegaron a Nobol, la población pasó a depender de los ingresos que dejan los fieles. Hoy, el 60% de los habitantes subsiste del comercio de comidas, productos y servicios, aunque no todos han cambiado su estándar de vida.
Peregrinaciones. Luego del anuncio de la canonización, se inician romerías desde todo el país.
Informalidad. 325 negocios informales están instalados alrededor de la iglesia.
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Hasta el maduro con queso, cuya venta se inició hace unas cuatro décadas, alcanzó notable fama en Nobol, gracias a la llegada de miles de devotos de la hoy santa Narcisa de Jesús Martillo Morán, la hija predilecta de este cantón guayasense.
Los restos de Narcisa, que primero llegaron de Lima a Guayaquil en 1955, reposan en Nobol desde el 6 de diciembre de 1972 para que sean venerados en la iglesia de la tierra que la vio nacer, trajo un aumento de ingresos a los pobladores que optaron por el comercio de comidas, recuerdos y otros productos y servicios. Muchos dejaron la agricultura o sus viajes diarios a Guayaquil para laborar como empleados y jornaleros.
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Hoy, según estimativos del Municipio local, 9.000 de los 15.000 habitantes subsisten directa o indirectamente de la llegada de los fieles que acuden masivamente, de manera especial los fines de semana.
La santificación de Narcisa de Jesús, decretada el viernes por el papa Benedicto XVI en el Vaticano, además del júbilo que despertó en los ecuatorianos por tener una tercera santa y la primera de la Costa, es motivo de optimismo para los noboleños que aspiran a que se incremente la llegada de fieles.
Incluso el alcalde, José Villamar Figueroa, tiene esperanza de que ahora el presidente Rafael Correa apoye con obras que permitan cambiar la imagen del cantón y dar buena atención al visitante. Pide que el Ministerio de Turismo promocione más al sitio a nivel nacional e internacional.
Los puestos de venta de queso, maduro frito, caldo de salchicha, seco de pato y otros productos se suceden a cada paso. La avenida principal es un río de buses, autos particulares, camiones, tricimotos, triciclos. En la intersección de esa vía con la calle Juan Fernández resalta una gigantografía con la imagen de la, desde el viernes, santa Narcisa de Jesús Martillo Morán.
Esa figura, instalada a dos cuadras de la iglesia donde se venera el cuerpo embalsamado de la santa, identifica al sector céntrico de Nobol, cantón ubicado a 32 km de Guayaquil. No solo inspira fe sino agradecimiento de los lugareños como Luis Figueroa, vendedor de queso y maduro frito durante 20 años.
“Por la Narcisita es el negocio. Si no fuera por ella este pueblo sería muerto y no tendríamos de qué vivir”, dice el hombre, que no solo da gracias a la santa por tener dinero para mantener a su esposa y dos hijos sino porque se encomendó a ella y logró recuperarse cuando sufrió un accidente que dejó semiparalizado uno de sus brazos.
Figueroa resume el sentimiento de centenares de noboleños. Desde la anciana que cobra diez centavos de dólar por alquilar el baño de su domicilio a los peregrinos hasta el alcalde cantonal, José Villamar, atribuyen que el pan de cada día de Nobol llega gracias a la nueva santa anunciada en el Vaticano por el papa Benedicto XVI.
Ella nació en esta población en 1833, se crió en una hacienda cercana a la cabecera cantonal y llevó una vida de santidad hasta su muerte, en Lima, en 1869. Fue beatificada en 1992 por el difunto papa Juan Pablo II, una vez que el Vaticano calificó el milagro de curación que recibió en 1967 Juan Bautista Pesantes Peñaranda quien sufría de cáncer incurable y el pasado viernes Benedicto XVI firmó el decreto de santificación una vez que se reconoció el segundo milagro, ocurrido en 1994 en Edermira Arellano, hoy de 21 años.
“Es un milagro de la Narcisita. El turismo religioso es una bendición de Dios para este pueblo”, afirma el alcalde, quien, basándose en informes elaborados por el Municipio que preside señala que el 60% de la población subsiste directa o indirectamente del dinero que dejan los fieles que llegan de Guayaquil, de diversas ciudades del Ecuador, de Colombia, Perú y migrantes de Europa y Estados Unidos.
¿Qué hubiera sido de Nobol sin la presencia de su hija predilecta?
Villamar afirma que la historia sería distinta. Nobol se parecería a otros poblados de la zona que solo tienen unos cuantos negocios a orillas de las vías principales.
En este poblado, ubicado a orillas del río Daule y partido en dos por la vía Guayaquil- Daule, pese a que no existen cifras concretas, estimativos del Municipio y de asociaciones de comerciantes del cantón refieren que al año llegan los fieles en aproximadamente 150 mil automotores, entre buses y de servicio particular.
Los fines de semana, especialmente el domingo, se produce la mayor concentración de fieles. De Guayaquil llega el mayor porcentaje. De la Sierra vienen los fieles principalmente en la época de vacaciones estudiantiles, de junio a septiembre.
Édgar Vergara, conductor del bus 27 de Flota Bolívar, de Guaranda, indica que solo de su cooperativa viajan semanalmente ocho buses en la temporada de vacaciones.
“Cada uno trae un promedio de 40 personas, que gastan sus cinco dólares como mínimo cada una, tanto en limosna para la iglesia como en los locales de comida u otros productos”, refiere Vergara, quien transporta fieles a Nobol desde hace diez años, cuando el alquiler del bus costaba 800 sucres. Hoy, el valor es de 200 dólares pero el organizador del tour acostumbra a cobrar diez dólares por viajero.
Además de los locales que funcionan en los domicilios, 325 vendedores instalan sus puestos informales alrededor de la iglesia. De estos, 122 son permanentes y 203 se ubican los fines de semana. Claro que no solo se benefician los noboleños, de los 203 de fin de semana, 150 son de comerciantes que llegan de fuera, sobre todo de Guayaquil.
Los Briones, Barzola, Cercado, Torres, Ronquillo y otras familias han heredado y multiplicado los negocios. María Cercado, presidenta de la asociación de comerciantes Beata Narcisa de Jesús, una de las tres de la localidad, cuenta que vende comida preparada durante 20 años, por iniciativa de su padre. Cinco miembros de los Cercado tienen sus respectivos puestos.
“La Narcisita nos ha dado ánimo y con su presencia y sus milagros tenemos subsistencia”, refiere la mujer, que trabaja solo los fines de semana y obtiene recursos para educar a sus dos hijas de colegio.
Por eso, la santificación de Narcisa de Jesús Martillo Morán les brinda esperanza y María Cercado y Freddy Ronquillo, vendedor de recuerdos e imágenes en un puesto informal, como cientos de noboleños, esperan mejores días, por la llegada de más fieles. Y más ingresos.