Los restos de un barco que desde 1982 permanece encallado en la playa de San Lorenzo, en este balneario, se convirtieron en motivo de controversia por parte de directivos de la Federación Ecuatoriana de Surf y moradores de los condominios de ese sector.
El problema surgió el jueves 13 de abril, cuando un grupo de trabajadores, con tractor y retroexcavadora, contratado por la federación, ingresó a la zona de playa por la mañana y derrocó los arrecifes lo que generó la protesta de quienes moran en el condominio Acrópolis, que está a pocos metros del lugar.
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La Federación de Surf realizó esta acción debido a que en el lugar se practica hace algunos años este deporte con el aval del Comité Olímpico Ecuatoriano (COE), pero la presencia de lo que queda del navío no permite la entrada total de las olas y se torna peligroso para quienes practican la actividad.
Así lo manifestó el titular de la federación, Manuel Lozano Ávila, tras señalar que los trabajos se habían planificado en el 2004, incluso se presentó un proyecto para la remoción del barco en enero pasado a las autoridades del cantón y tienen permisos de la Capitanía del Puerto para remover la embarcación.
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En efecto, el capitán del Puerto de Salinas, Mauro Cadena, confirmó que existe la autorización número 122 emitida por este organismo el 25 de noviembre del 2005 para que se realice esa tarea.
Pero el 13 de abril, la misma Capitanía ordenó suspender los trabajos en medio del reclamo de quienes se oponían al ingreso de la retroexcavadora. La autoridad naval consideró que no se le había avisado para supervisar la labor.
Juan Miguel Salomón, uno de los reclamantes, afirmó que están de acuerdo con que se desalojen los restos del navío porque su estructura ya no es un atractivo turístico como lo fue hasta hace algunos años.
Pero a lo que se oponen, agregó, es al procedimiento, es decir, ingresar maquinaria pesada al sector para destruir los arrecifes que han estado por años en el lugar.
“Se destruyeron formaciones rocosas y hasta especies que hicieron su hábitat en el lugar, como pulpos y cangrejos, fueron afectados por esta acción que los arrecifes demoran años en restaurarse por acción de la naturaleza”, afirmó Salomón.
En tanto, José Gómez, administrador del edificio Santorini, también ubicado a pocos metros del mar, recalcó que siempre se supo que la Federación de Surf iba a extraer el armazón del barco del lugar, aunque coincidió en que no compartía el criterio de ingresar maquinaria a la zona.
“Aquí hay pulpos y peces, es peligroso que siga el barco y debe sacárselo, pero no se debería dañar el entorno de la zona”, manifestó.
Los restos de la nave pertenecen al antiguo barco Orión, de la Armada Nacional, que en 1982 y como producto de un fuerte oleaje encalló en los arrecifes del lugar.
Con el paso del tiempo se convirtió en una especie de atractivo y muchos visitaban el lugar para observar la estructura de la nave, que pese a los intentos de la Marina por sacarlo del sitio dos meses después, los esfuerzos fueron vanos.
Pero con el paso de los años y la acción erosiva del aire, el mar y la salinidad, su estructura se ha ido deteriorando hasta quedar en trozos de fierros oxidados que ponen en riesgo a quienes practican surf en el lugar, señalaron condóminos y dirigentes de este deporte.
Manuel Lozano manifestó que el Comité Olímpico Internacional (COI) entregó fondos (20.000 dólares) para realizar labores de extracción de los residuos metálicos, pero a raíz de la controversia se determinó que por medio de buzos corten los fierros y extraigan por pedazos lo que queda de la embarcación.