Si deseas conocer exóticas playas tienes que recorrer la Ruta del Sol. Pero si buscas libros baratos de segunda mano, sin salir del centro de Guayaquil, tienes que recorrer la Ruta de los Libros de Segunda. Revistas, textos y libros nuevos y usados que ofrecen librerías populares, locales y tendidos a la sombra de los portales. Esta vez la ruta comenzará de sur a norte.

Lorenzo de Garaycoa entre Ayacucho y Pedro Pablo Gómez. Atiende de lunes a sábado desde las 10h30 hasta las 20h00. Juan Avilés Miranda (Guayaquil, 1936) a los 14 años comenzó a recorrer las calles tras libros y revistas. Además vendía periódicos y guachitos de lotería. Pero los fines de semana jugaba indor en las ligas barriales de esos tiempos.

A partir de 1978 hasta el 2003 tuvo su puesto en la esquina de Colón y Lorenzo de Garaycoa. Es azul a muerte, la bandera del Emelec flamea entre los rumos de libros. Como fuma cigarro su puesto huele a tabaco fuerte.

Publicidad

Ahora ubica su puesto entre una panadería y un almacén de implementos de zapatería. El regateo se da en esa calle bulliciosa por los buses que van al sur. Sus proveedores de revistas son los que limpian estudios y oficinas, también amas de casa que se deshacen de textos y libros viejos. “Si me venden barato, yo también vendo barato”, sentencia Juan Avilés rodeado de Bazaar, GC, El Mueble y otras revistas.

Tradición de los Fabara
Seis de Marzo 1212 entre Colón y Alcedo. Se ubica la pequeña Ediciones Fabara. Atiende de lunes a sábado desde las 09h00 a 18h00.

Su propietario es Manuel Fabara Ruiz (Guayaquil, 1961), hijo del legendario librero popular Luis Fabara Sánchez, más conocido como Luchito que en los años cincuenta tenía su local en el Mercado Central.

Publicidad

Su padre se hizo popular porque compraba los textos a los estudiantes y los volvía a vender a otros colegiales. Los libros que más circulaban eran el Álgebra y la Aritmética de Baldor, la Matemática de Repetto.

Manuel Fabara desde sus 15 años frecuentó el negocio de su padre, y se quedó atrapado entre las páginas de los libros. “Se me pegó la tradición y aquí me tienes”, expresa. Lo que más vende son textos escolares y libros de autoayuda.

Publicidad

Cuando el Mercado Central se transformó, abrió su actual librería. Sus antiguos compañeros venden libros por las ferias de Ambato, Cuenca, Riobamba, Latacunga, etcétera. “Van y vienen, ahora ese es su destino”, sentencia Manuel.

Nuevos Horizontes
Librería Nuevos Horizontes. Seis de Marzo 924 entre Diez de Agosto y Clemente Ballén. Al final de Pasaje Jocarias. Atiende de lunes a sábado desde las 09h30 a 18h00. Es la más visitada y mejor provista. Néstor Cali Jara (Paute, Azuay, 1938) es el único sobreviviente de un grupo de viejos libreros. En su local es posible comprar, vender, intercambiar y hasta alquilar libros y revistas.

Cuando Cali llegó a Guayaquil en 1945, fue vendedor ambulante, lo primero que ofreció fue globos con agua para jugar carnaval.

En 1950 se ubicó como caramanchel en el Mercado Central, pero es recién en 1964 que incursionó en el negocio de libros y revistas.

Publicidad

Como las frutas, los libros también tienen su temporada alta, en Guayaquil es de abril a julio por el inicio de clases.

“Ni yo mismo sé cuántos miles de libros hay porque hoy tengo dos altillos de bodega, a más de los dos locales, todos repletos de libros y revistas”, cuenta Néstor Cali.
Conocidos escritores y catedráticos son sus clientes: Alejandro Martínez, Rodrigo Pesántez, Jorge Velasco, Carlos Calderón, etcétera.

Intermedio

Después de tanto caminar y andar entre libros viejos, es necesario un respiro. Aunque no sea para beber una cerveza bien helada, sino para convocar a los fantasmas de los antiguos libreros.

Cómo olvidar al Negro Filián que los sábados extendía cientos de libros en el soportal de su casa en las calles Francisco Avilés y Colón. A escasos metros del Castillo Ala-Vedra. Él compraba los saldos de las grandes librerías. Una vez me confesó su método de adquisición. Todos los días leía los obituarios de diario EL UNIVERSO. Cuando moría un intelectual, prudentemente esperaba unos días para ir a visitar a la viuda que, sin piedad, remataba la biblioteca del finado. “Pueta, es que así se vengaba del marido que se la pasaba leyendo y no la sacaba a pasear”, creía Filián.

Los domingos, en La Cachinería, se ubicaba en la Pedro Pablo Gómez, al lado del puesto del cuencano Robles, un librero que recorría el país comprando y vendiendo libros. En La Cachinería había algunos libreros populares que desaparecieron junto a esa tradición dominical.

Otros recordados libreros son: Luis Fabara, Luchito –del que ya nos referimos–. Me cuentan que el padre del astrólogo Eloy Ortega, famoso por su almanaque y teoría del Sol frío, tenía también su negocio de libros usados alrededor del parque Seminario. Ahora sí, volvamos al presente, a las calles vivas.

Libros fuera del ring
Miles y miles de textos, libros y revistas se aglutinan en el local de Pedro Moncayo 1520-C entre Colón y Sucre. Atiende de lunes a sábado de 09h00 a 18h30 y los domingos de 09h00 a 16h00. El propietario de tan nutrida y desordenada librería es Ferny Páez Micolta (Guayaquil, 1962), un ex boxeador que colgó los guantes y cambió el ring por los libros.

Comenzó hace 20 años, comprando libros y revistas que guardaba en un costal y trasladaba a su puesto del portal de Colón y Seis de Marzo, afuera del almacén Omayra.

Al mediodía iba a la PPG (calle Pedro Pablo Gómez) que era el momento de llegada de los carretilleros con sus vehículos repletos de mercadería. Ahora le ofrecen los libros en su local. No sabe cuántos ejemplares tiene en la librería y en su casa, tantos que su esposa amenaza con expulsarlo con libros y todo porque ya no hay espacio libre.

“Un libro de $ 15, aquí lo consigue en $ 2”, asegura Páez que en el boxeo amateur fue campeón de novatos, tres veces campeón nacional y en dos ocasiones vicecampeón latinoamericano, cuando entró al profesionalismo se dio cuenta que no había futuro. Pensando en la familia se bajó del ring y se dedicó al negocio de los libros.

Como Guayaquil es la ciudad de los portales, estos acogen a los libreros que acuestan en esa sombra a su mercadería de papel y letras.

En Luque entre Quito y Pedro Moncayo. Atiende de lunes a sábado de 15h00 a 18h30. Su propietario es Francisco Cabrera Zambrano (Guayaquil, 1968). Por las mañanas se dedica a recorrer las calles tras los libros que por las tardes ofrece. Lleva seis años vendiendo revistas y libros en el portal de la calle Luque. A la hora de contar su historia es silencioso como los puñales.

A la vuelta, cerca del parque Centenario, en Pedro Moncayo entre Luque y Vélez, entre una chifa y un garaje. Atiende de lunes a sábado de 09h00 a 18h00. Galo Ochoa, cuando los municipales no lo molestan, coloca sus libros. Estos dos últimos puestos, como están cerca del Guayaquil regenerado, tienen dificultades para trabajar. Fin de ruta.