Ahora el nuevo aeropuerto que se construye en la ciudad alojará a las terminales nacional e internacional.

Un proyecto de atracción turística y de negocios cambió los planes que la fundación Autoridad Aeroportuaria de Guayaquil (AAG) tenía para el nuevo aeropuerto de la ciudad.

Inicialmente se había contemplado que en la terminal aérea que construye actualmente la compañía Ekron (terrenos donde era el Jardín de la Salsa) se destine al arribo y salida internacionales y, la actual, a los vuelos nacionales.

Ahora, AAG decidió que las nuevas instalaciones alojen a ambas terminales: la nacional e internacional durante los próximos quince años, para dar paso a la adecuación de un centro internacional de exposiciones y convenciones.

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La concesionaria actual de la terminal, Tagsa (Terminal Aeroportuaria de Guayaquil S.A.), se encargará de los diseños y la construcción.

El cambio, explica Nicolás Romero, gerente de la fundación Aeroportuaria, obedece a la ventaja para los pasajeros de estar en un mismo espacio y a un uso más eficiente del área de la nueva terminal. “Íbamos a tener un pasajero de primera, que iba a estar en un edificio nuevo, y uno de segunda, que iba a estar en el anterior y no nos parecía adecuado”.

Él indica que no habrá problemas de capacidad porque la terminal en edificación está diseñada para manejar un tráfico de tres millones de pasajeros. Y en la actualidad hay 950.000 internacionales y un millón de nacionales.

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Las instalaciones donde funcionan el aeropuerto actualmente y las oficinas de la AAG se unirán en un solo espacio de 10.000 metros cuadrados.

Allí, indica Guillermo Suaya, gerente general de Tagsa, se adecuarán cuatro salas de convenciones modulares, restaurantes, centros de negocios y todos los servicios que ofrece un centro de este tipo.

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Esto implicará demoler paredes, construir otras, cambiar el mural existente y parte de la fachada de la terminal aérea, que recién fue remodelada en su totalidad e inaugurada el 29 de diciembre del 2003, hace un año nueve meses.

La concesionaria ha comprometido una inversión de 1’600.000 dólares para la primera etapa de la obra que, según él, incluye la adecuación en el 70% de la terminal actual. El resto se dejará para futuros planes de expansión.

La idea de convertir la terminal aérea, coinciden Romero y Suaya, se da por la necesidad de la ciudad de grandes sitios de reunión en vista de su impulso turístico y de negocios. A ello se suma el hecho de que el espacio es zona franca.

Suaya explica que para ingresar productos al país, incluso para exposiciones, hay que hacer importaciones temporales, que deben tener una garantía económica en función de los bienes. “En este caso el producto no entra al país sino a zona franca. No hay que pagar prima de seguros”, dice.

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Según Romero, el 25 de julio del 2006 se inaugurará el nuevo aeropuerto y se desalojará el área actual para iniciar los trabajos, que prevén finalizar en diciembre.