Su primer trabajo fue como vendedor de coco en un triciclo. Hoy, desde una silla de ruedas, gerencia el hotel de su propiedad en el cantón Milagro.

Sentado en su silla de ruedas hidráulica, Carlos Soto, un lojano de 33 años, propietario del recién inaugurado hotel Carso Inn, que está ubicado en Milagro, en las calles Nueve de Octubre y Calderón, relata cómo su impedimento físico no fue una barrera para convertirse en  un empresario.

“Fue el 1 de agosto de 1997, mientras manejaba un auto Toyota Corolla que ocurrió el accidente”, dice Soto.

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Esa fecha no la podrá arrancar de su memoria porque mientras conducía por una de las calles de Nueva Jersey, a las 07h45, empezó a nevar muy fuerte lo que ocasionó que muchos carros colisionaran y lo impactaran también a él.

Después del choque Soto no recuerda nada, cuando abrió los ojos habían transcurrido siete meses y medio. El estado de coma en el que permaneció, para él había sido un sueño y lo primero que quiso al despertar fue reintegrarse a su trabajo, que es la construcción de viviendas.

“Niña, déjeme ir, tengo que trabajar y la gente no ha cobrado”, le dijo Soto a una enfermera, la que al escucharlo sonrió. “Te digo la verdad aunque te va a doler, tú no puedes moverte, no puedes caminar, tienes que usar una silla de ruedas”, le reveló la enfermera.

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Tenía 25 años en ese entonces y una fractura en el cuello lo dejó inmóvil, por lo que permaneció veinticuatro meses en una clínica de rehabilitación.

“Trabajé ese tiempo haciendo ejercicios en un gimnasio, no he recuperado la movilidad de mi cuerpo al ciento por ciento, pero por lo menos me pude independizar”, refiere Soto.

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Primeros trabajos
A la edad de 12 años que se radicó en Milagro vendió cocos en un triciclo que le compró una de sus hermanas. “Salía a las 04h30 y me iba a la plaza (mercado La Dolorosa), el vaso de agua de coco valía 15 sucres, era un negocio rentable”, comenta.

Después de dos años, como muchos, quiso alcanzar el sueño americano. Viajó desde Guayaquil hasta Panamá con visa y de ahí para llegar a Arizona tuvo que caminar 42 días en los que atravesó el desierto. Luego de pasar hambre, frío y poner en riesgo su vida en busca de mejores días, llegó a Los Ángeles y compró un ticket de avión para Nueva Jersey, donde se radicó.

Laboró en un restaurante y reunió dinero para comprar herramientas que las empleó en la construcción de viviendas, oficio que lo aprendió empíricamente, debido a la necesidad de trabajar.

Terminó el bachillerato en Nueva Jersey y estudió inglés, idioma que ahora le sirve para atender a los extranjeros que se hospedan en su hotel.

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Regresa a Milagro
El 22 de julio del 2003 regresa a Milagro por pedido de sus padres, Ángel Soto y Eudomilia Rueda, y la idea de un negocio propio ya rondaba su cabeza. Se decidió por un hotel.

Señala que Milagro le dio la oportunidad de ganarse la vida honestamente. “No soy de aquí, pero me siento un milagreño de corazón”, dice con orgullo.

HOTEL

ÁREAS
El hotel Carso Inn está dotado de una piscina, jacuzzi, baño sauna y a vapor en la terraza.

Tiene 36 habitaciones, restaurante, ciber, discoteca, salón de eventos, oficinas, ascensor y próximamente una boutique.

TURISTAS
Carlos Soto, propietario del inmueble, comenta que el diseño del edificio tiene similitud con varios hoteles de Nueva Jersey.

PERSONAL
En el sitio trabajan alrededor de 30 personas que cumplen diversas funciones: atención al público, información, recepción, administración, servicio de habitación y restaurante y otros.

UBICACIÓN
El establecimiento está ubicado en la esquina de las calles Nueve de Octubre y Calderón (antigua oficina de la cooperativa Panamericana).