Nueve etapas componen esta ciudadela, donde aún persisten problemas de inseguridad.

Sauces es una de las ciudadelas más extensas de Guayaquil. Tiene nueve etapas y de ellas, en Sauces 4 y 5 se cuentan más de 300 manzanas con unas 80 casas cada una.

Los condominios, presentes en la mayoría de las etapas, suman más de una centena, dice Amada Rodríguez, residente de uno de ellos mientras explica que son tres departamentos por piso. “En total, suman quince familias por condominio”, agrega.

Refiere que fueron adjudicatarios del Banco de la Vivienda en 1988 cuando presidía la República, León Febres-Cordero, manifiesta Rodríguez.

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Teresa Sarmiento, moradora del bloque 28, recuerda que varios adjudicatarios abandonaron los departamentos por el poco espacio.

Esta afirmación se comprueba a la vista. Muchos bloques habitacionales presentan “aumentos”. Sarmiento, quien vive en el 2º piso alto y no ha modificado el espacio designado, solo lamenta que “cuando esté vieja no pueda subir las escaleras”.

Los trabajos de adecentamiento en la Río Guayas, avenida que divide Sauces 3 del 4, satisfacen a residentes de ambas ciudadelas. Antes –dice uno– estaba abandonada y llena de basura.

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En más de una decena de manzanas entre Sauces 3, 4 y 5, moradores consultados coincidieron en decir que “no existen comités ni líderes”. Una vecina de la manzana 231 de Sauces 5, dijo que cuando los hubo se disolvieron al haber desacuerdos por “la plata”.

A continuación de  esta manzana están varias dependencias como un retén policial, escuela, colegio y fundación evangélica.

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Para unos, como Marco Pratt, el espacio es área comunal. Pratt vive hace 25 años en la manzana 231 y rememora las controversias generadas en el sector por las construcciones del colegio y la fundación.

“Desapareció la casa comunal y Enprovit (una especie de cadena de mercados populares)”, revela Pratt.

Al igual que los bloques habitacionales, las casas también han sido modificadas en su diseño original.

Otros problemas marcan la historia de Sauces 5. La anegación del sector en época de invierno; la destrucción obligada por la Municipalidad de aumentos ilegales o la proliferación de pandillas, son ejemplos.

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La fundación Jesús por los Niños del Ecuador funciona hace diez años y recoge infantes huérfanos. Margarita Rueda es la directora-fundadora y expresa que para edificar la entidad tuvo que bregar entre la oposición y el apoyo de los habitantes.

Rueda agrega que compraron estos terrenos al Banco de la Vivienda que “estaban en total abandono”.

Actualmente, pandilleros dejaron de frecuentar el colegio, el retén policial cuenta con línea telefónica propia y, en acción aislada de los involucrados, varias peatonales lucen regeneradas.