Locales nocturnos en las riberas del estero Salado constituyen nuevas opciones de diversión.

Con las recientes inauguraciones de los bares Knú y Attica, hace tres semanas y dos meses respectivamente, tal parece que el Malecón del Salado se constituye, hoy en día, en una nueva zona de concentración de centros nocturnos en la ciudad.

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Bao y Café Boleros completan los cuatro locales asentados allí. Estos últimos abrieron hace siete meses y, conjuntamente con Knú y Attica tienen similitudes propias de centros nocturnos.

El valor de los tragos, cocteles, cervezas o piqueos se controlan con tarjetas de consumo. Música del momento, en inglés, de los ochenta, rock latino, clásico o boleros forman parte de los repertorios.

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A excepción de Manuel Vera, propietario de Bao, otros coincidieron en que están dirigidos a un público adulto (la edad mínima es 25 años), o como lo dijo en su momento Jimmy Vivar de Knú, “se segmenta a la gente por esa edad”.

En este local, a las 22h30 del miércoles pasado, decenas de personas bailaban al ritmo de Míralo de Alejandra Guzmán cuando, en una casi imperceptible mezcla, sonó una salsa. Antes de la canción de la sensual mexicana, se había escuchado un infaltable reggeatón, el ritmo de moda.

La diversidad de los géneros musicales escogidos depende de la “gente que venga”, expresó Vivar. “Ellos (los clientes) pueden acercarse al disc jockey y solicitar lo que quieren escuchar”, agrega.

Esa noche, funcionarios de una empresa automotriz tenían una celebración. Por ello y a diferencia de sus vecinos, el lugar estaba lleno. Afuera pocas personas transitaban.

“Los fines de semana no se puede poner un pie aquí”, destaca el argentino Raúl Desamblac, propietario de Attica, quien afirma que el público puede degustar el típico plato japonés sushi.

Llamativos juegos de luces son parte de la decoración del lugar en cuyo interior los clientes pueden confortarse en una decena de minisalas. Mesas y sillas, por dentro y fuera, constituyen otro ambiente de Attica y una pared de vidrio permite apreciar el paisaje nocturno de un rescatado estero Salado.

Hay tragos que identifican a estos centros. El coctel Bao es preparado a base de vodka y granadilla. El trago Attica contiene, entre otros elementos, Hipnotiq (un trago extranjero), cola blanca y champán. En Knú, las preferencias del público son cocteles como Margarita (tequila, limón), piña colada y saltamontes (crema de menta).

En el caso de Café Boleros, la iluminación tenue y los boleros interpretados por el artista  Vicente Viteri (apoyado por un teclado) conforma el ambiente bohemio del lugar. La conocida Si nos dejan invita al brindis a personas de más de 40 años.

“El whisky es el licor más solicitado”, manifiesta Fanny Monge, propietaria del local, quien revela que antes se asentó en la Cdla. Kennedy.

El precio por trago (en promedio, $ 5 más impuestos) podría marcar la exclusividad a la que nadie se refirió.