Donde está enclavado actualmente el Centro Cívico, originalmente Parque Forestal, fue asiento del Jockey Club de Guayaquil. Aficionados de todas las clases sociales sin distinción de edad y sexo, iban los domingos a ese lugar donde solo se podía llegar, en automóvil la gente ‘de plata’  y a pie, el pueblo llano.
 
Existieron verdaderos magos de la huasca, tales como Segundo Luque, Eliseo y Juan Dillon, Arturo Dragón, el ‘cholo’ Lima, Abel Vaca, Sixto Lozada y muchos otros entre nacionales y extranjeros. Por la supremacía siempre rivalizaron Luque y Dillon, unas veces montando a Armanetra versus Temeraria y otras a Kalafa versus Ubérrimo.
 
Se practicaban dos clases de juegos: el remate y el parimituel. Conforme el sistema de la apuesta mutua, el monto de todas las apuestas se repartía entre los acertantes, reteniendo la empresa su porcentaje por hacer de banca. La afición hípica guayaquileña no ha decaído, pues al desaparecer el Jockey Club existió el Santa Cecilia y después de aquel surgió el Buijo, donde todavía se practica el deporte de los reyes.
 
Del libro Al compás de los recuerdos, por Alberto Guzmán Rodríguez, tradicionista guayaquileño.