El 27 de junio de 1829, como jornada culminante de una campaña militar que lideró Simón Bolívar para acabar con la hostil actitud peruana de continuar apoderada de Guayaquil, en el sitio o ‘banco’ de Buijo, actual recinto de La Puntilla, del cantón Samborondón, se suscribió el Tratado del mismo nombre, entre los representantes del ejército colombiano y de la división sureña que permanecía en nuestra ciudad y sus alrededores.
Entre los antecedentes de este memorable episodio estuvieron la victoriosa batalla de Tarqui (27 de febrero de 1829) y el Convenio de Girón (28 de febrero de 1829), cuyos desenlaces resintieron aún más a los dirigentes políticos y militares de Perú que urdieron la invasión al Distrito del Sur (actual Ecuador). La devolución de Guayaquil, en manos peruanas desde enero de ese año, constó entre las principales obligaciones que deberían cumplir los peruanos.
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Pero ocurrió que la postura de la vecina nación continuó y rehusó entregar el Puerto, aflorando incluso los resentimientos de José de La Mar, jefe de las escuadras peruanas, porque el mariscal Antonio José de Sucre decretó honores y premios para los vencedores del Portete de Tarqui, entre ellos Juan José Flores, ascendido a general de división, y Daniel F. O’Leary, a general de brigada.
Molesto el Libertador por la actitud del Perú, pese a los quebrantos de su salud optó por trasladarse de Bogotá a Quito y de allí pasó a la Costa por Riobamba, Guaranda, Babahoyo y Baba, donde estaba el Gral. Juan José Flores, a quien le ordenó caer sobre Samborondón, adonde él mismo llegó la segunda semana de junio de 1829 a liderar todos los movimientos militares y gestiones diplomáticas.
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Surgieron hostilidades y refriegas, mas cuando el general Juan José Flores iba a acometer el definitivo combate para que las tropas peruanas salgan de Guayaquil, ocurrió que días antes en Lima estalló una revuelta que por orden del general José Gamarra apresó al presidente general José La Mar y lo depuso culpándolo de la derrota en Tarqui.
Con estas novedades Bolívar propuso el cese de hostilidades al coronel Miguel Benavides, comandante peruano de la plaza de Guayaquil, quien aceptó la excitativa que se acordó suscribirla en el cuartel de Buijo, el 27 de junio de 1829.
Firmaron el documento el general de brigada León de Febres Cordero, por el ejército colombiano, y el teniente coronel Francisco Valle Riestra, jefe de la División de Perú; Alejandro A. López, secretario; y J.G. Alcira.
Se ratificó el tratado en todas sus partes con la firma del general Tomás Mosquera, jefe del Estado Mayor. Hubo otras gestiones para la devolución de nuestra ciudad; a mediados de julio las tropas colombianas entraron definitivamente en ella sin la intromisión del Perú. Actualmente Buijo es un lugar de peregrinación cívica y allí se ha erigido un templete en recuerdo del memorable episodio de hace 176 años.