El miércoles 21 de mayo de 1958, hace 47 años, el Comité de Vialidad del Guayas inauguró el moderno puente de hormigón armado sobre el Estero Salado, que une la avenida Nueve de Octubre (al este) con la margen occidental de dicho brazo de mar en lo que actualmente corresponde a la ciudadela Cinco de Junio (Ferroviaria).
La importante obra que ya ostentaba el nombre de Cinco de Junio, reemplazó a una construcción similar de cemento pero más angosta y sin las dos vías para vehículos, parterre central, aceras a los costados para los peatones y alumbrado moderno con que se puso al servicio el nuevo trabajo.
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Antes de 1958 y 1936 en que hubo el puente de cemento sobre el Salado, existió otro de madera de 104 metros de largo inaugurado en octubre de 1872.
Este quedó en escombros en 1883 durante las luchas entre Eloy Alfaro y el dictador Ignacio de Veintemilla, quien aceleró su destrucción y de las edificaciones de la empresa Baños del Salado, que funcionaba allí desde años atrás.
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Luego, gracias al trabajo de Leandro Suárez y Baltazar Aráuz se reconstruyó el puente de madera con galerías voladas y balcones al contorno, apreciados enormemente por los visitantes del hermoso accidente geográfico tan ligado a la historia de la metrópoli.
Varios cambios
Fotos del Guayaquil de antaño testimonian los cambios de la estructura del futuro puente Cinco de Junio, en cuyos alrededores estuvieron los antiguos baños de El Salado y después la American Park, el bar El Barco, quioscos y otros sitios que recibieron a quienes iban a gozar de las transparentes y profundas aguas del brazo marino, entonces apto para el baño, el paseo y cualquier otra actividad recreativa.
Por la regeneración urbana que ha emprendido en los últimos años la Municipalidad el puente luce ahora remozado y acogedor, sin perder el cúmulo de recuerdos para quienes estuvieron allí mientras gozaban de la brisa refrescante del Salado.
Asimismo, el Estero ha ido recuperando la hermosura que llamó la atención de científicos como Teodoro Wolf y fue la inspiración de Pablo Hanníbal Vela, María Eugenia Puig, Alejandro Velasco Mejía y más poetas y músicos que cantaron la belleza del entorno, las anchura de las aguas, los clásicos manglares y su fauna característica, que fueron atacadas irracionalmente por el desarrollo.