En el 8º piso del edificio El Marqués (Nueve de Octubre 2009 y Los Ríos), donde se realizó el seminario taller ‘Aprendiendo de mi soledad’, los relatos no son del todo desalentadores: “Aunque les parezca un poco diferente, yo soy feliz siendo sola”, dice Rafaela Armstrong, de 81 años, a los presentes.

Asegura que vive sola en la casa que compró con ilusión para su madre, ya fallecida. “Me quedé soltera, soy maestra y moriré siendo maestra”, indica.

Trabajó por 25 años en el colegio Americano y prestó sus servicios en otros establecimientos educativos.

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“La verdad, me siento feliz. Estoy entre las cuatro paredes de mi casa y en cada ventana, en cada puerta y en cada pared está el recuerdo de todos”. Su voz se entrecorta y luego agrega que se siente muy querida por la gente que vive cerca de ella en la Cdla. Atarazana, donde habita hace 40 años.

Asistió al seminario para aprender lo negativo de la soledad y poder aconsejar a otras personas. La clave, dice, es compartir y brindar ayuda a los demás.