Familias recuerdan cuando aparecían cerca a sus casas  venados y tigrillos que salían del cerro aledaño al sector.

Lo primero que sorprende a la mayoría de personas que visita la ciudadela El Paraíso, ubicada en el noroeste de la ciudad, es el nombre que tienen sus calles.

Denominaciones como Los ciruelos, Los mangos, Los guayabos, Las toronjas, Las palmas y Las chirimoyas reemplazan a los nombres de personas o de fechas que usualmente están en las esquinas de las vías de la ciudad.

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Pero no es lo único que llama la atención. En el sector también destaca el contraste entre las recientes edificaciones con las construidas hace más de 40 años.

Las antiguas casas de El Paraíso son parte de la historia de este barrio. Al menos  así lo reconocen sus habitantes, quienes pasaron de ser una población de algo más de 300 personas, en 1962, para constituirse en un sector que alberga a más de 4.000.

Los primeros habitantes de la urbanización recuerdan que a inicios de la década de los sesenta, la inmobiliaria Los Geranios S.A. impulsó las casas de lo que se constituyó en la segunda ciudadela del norte de la ciudad. Diez años antes había nacido Urdesa.

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Quienes habitan esta zona de Guayaquil desde sus orígenes sostienen que los terrenos donde se construyó El Paraíso eran parte de una hacienda perteneciente a una familia potentada de la época. “Aquí había muchas frutas, incluso cuando llegamos todavía se conservaban muchas plantas que dieron lugar al nombre de las calles”,  recuerda con nostalgia Rocío Avilés, quien llegó a la ciudadela en 1965.
“Incluso a veces se veía a algunos animales, que no eran domésticos, que formaban parte de la fauna del lugar”, sostiene al referirse al cerro, a los monos, venados  y tigrillos que, según cuenta, habitaban en el cerro San Eduardo, que rodea a la ciudadela.

“Este era un lugar muy hermoso, pero las cosas han cambiado bastante”. Al expresar esa frase, un gesto de decepción cambia  el rostro de  Walter Baquerizo, un jubilado de 71 años, que reside en la ciudadela hace más de 30 años.

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Él enumera los inconvenientes que enfrentan ahora los habitantes de El Paraíso: falta de control en el tránsito de los vehículos, poca presión de agua potable, luminarias en mal estado y actos delictivos, son algunos de los puntos que conforman la lista de quejas y denuncias.

“Hace poco robaron las cuatro llantas de un carro estacionado junto al PAI”, dice Baquerizo, quien  deja escapar una sonrisa irónica.

Al consultarle  sobre los inconvenientes que se registran en el sector, quienes residen en El Paraíso coinciden al comentar en primer lugar a “la tierra que baja del cerro cuando llueve”. Aseguran que la inclinación de la ciudadela facilita el descenso del material. “Hace algunos años era tremendo, pero ahora la intensidad ha bajado”, manifiesta la propietaria de una de las tiendas situadas en la avenida principal.  

Para contrarrestar esta situación, el Municipio construye un muro de contención y un sistema de canalización que estarán listos, según el cabildo, en julio próximo.

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COMUNIDAD

CASAS
Durante los primeros años de la década del 60, las viviendas de la ciudadela El Paraíso costaban entre 180 y 125 mil sucres, según los moradores .

El financiamiento implicaba  el desembolso de una entrada superior a 10.000 sucres y el resto se financiaba en 24 meses. Las cuotas eran de 550 sucres, aproximadamente. La mayoría de las casas se edificaron sobre un terreno promedio de 85 metros cuadrados.

PROBLEMAS
Quienes viven en la ciudadela solicitan a la Policía que refuerce el control en la zona, porque, según afirman, en los últimos meses se han registrado varios robos en algunas viviendas del sector.

También piden a la Comisión de Tránsito del Guayas que vigile la circulación de automotores por las calles del barrio.

Los moradores aseguran que el irrespeto a las señales ha provocado varios accidentes.