Una mayor confianza entre padres e hijos ayudaría a evitar problemas sociales en los jóvenes, entre ellos el embarazo precoz en las adolescentes.

Ana Vásconez, trabajadora social de la maternidad, indica que el proceso de migración en el país dividió los hogares, y los chicos quedaron sin una cabeza de familia. “En ocasiones las niñas no viven con sus mamás, están al cuidado de sus abuelos o pasan solas en casa”, indica.

El problema es que al no haber un control ellas salen sin permiso y hacen amigos que sus padres no conocen.

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Por eso considera clave la comunicación en el hogar, que los padres orienten en valores a sus hijos y hablen sin temores de sexualidad y de cambios en la pubertad.

Indica que en la calle y en los colegios están expuestos a pandillas y vicios.