El guayaquileño Juan José Jiménez Marín, de 46 años, comparte con su esposa, María Esperanza Almache, y sus tres hijos (María José, Juan José y Manuel) el ejercicio de la docencia.

El líder de esa familia sostiene que esa profesión, como la música, que también practican, son profesiones “que se llevan en la sangre” y se la descubre en la niñez o adolescencia.

Tal es el caso de María José, de 20 años, quien cuando tenía cinco llevó a sus compañeros a su casa para que hagan las tareas y vigilaba los deberes de sus hermanos. Ahora la joven estudia Párvulos y es profesora desde hace tres años en un jardín.

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Juan José Jiménez tuvo su primera experiencia como docente a los 15 años con personas contemporáneas a él. “Recibía clases de piano en el conservatorio Antonio Neumane y parte del aprendizaje era pedagogía musical. Debí enseñar música persona por persona. Luego trabajé con grupos, pero fue un gran reto para mí realizar mi labor en ambas modalidades”, expresa Juan José padre.

Su esposa María Esperanza, de Portoviejo, señala que en 27 años como maestra de ciencias naturales en planteles fiscales una vez laboró en la mañana y afrontó un sacrificio.

“Cuando llegué a Guayaquil y di clases en Naranjal por cinco años, con mi esposo nos levantábamos a las 04h30 para dejar listo el almuerzo y las loncheras de María José y Juan José. Me preocupaba no poder estar allí en alguna emergencia, porque yo regresaba a casa a las 16h30 o 17h00”, añade María Esperanza.

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Indica que el dolor que sintió en ese tiempo se compensa cuando recuerda y aún vive momentos con estudiantes que provienen de familias separadas y frecuentemente necesitan un consejo o ayuda para obtener comida o un cuaderno.

Juan José Jiménez Marín comenta que en sus 30 años como docente y su paso por establecimientos fiscales y particulares, se dio cuenta que los alumnos de la educación pública tienen más problemas de aprendizaje, por factores como la desnutrición.

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“Es necesario que también se revisen metodologías, por ejemplo, en mi tiempo en idioma me mandaban a buscar palabras  en el diccionario. A veces los estudiantes me preguntan qué significa tal o cual palabra, y pese a que soy maestro de música les indicaba qué significa”, dice.

Juan José Jiménez Almache, de 19 años, disfruta con su familia desde hace dos meses de la escuela de música del Sur, proyecto que juntos crearon cerca de su casa en Las Tejas, en el sur de la ciudad, para formar músicos y delegar a las siguientes generaciones de los Jiménez Almache la pasión por la docencia y el arte.

“Esa es la herencia para nuestros hijos, la educación, la casa donde vivimos y la otra donde está la escuela”, explica María Esperanza. Juan José Jiménez Marín agrega que de la música y la docencia sí se puede vivir, “siempre y cuando se tenga varios trabajos como yo los tengo”.