Según un estudio, afecta al 10% de los guayaquileños. Es atribuida a la apnea obstructiva del sueño o depresión.
 
Quedarse dormido frecuentemente mientras se lee o mira la televisión y aun en horas de trabajo, no es solo cuestión de cansancio. El sueño puede constituir hoy un problema de salud.

Un estudio de los médicos Iván Chérrez y Alfonso Tafur revela que el 10% de los guayaquileños padece de hipersomnolencia diurna excesiva, un síntoma conocido comúnmente como modorra.

Publicidad

La investigación, que fue presentada en el Congreso de la Asociación Argentina de Medicina Respiratoria entre el  9 y 12 de octubre pasado, se realizó fundamentándose   en una encuesta a 920 personas, tomando en cuenta edad, índice de masa corporal y características del ronquido. 

Su incidencia fue del 3,2% en personas de entre 20 y 40 años; del 4,6%, entre las de 40 y 60 años; y de 2,5%, en mayores de 60 años. “Es decir que el 7,8% de los afectados es gente en edad laboral que sufre una afectación en el desempeño diario de sus labores por trastornos de sueño”, explica el doctor Chérrez.

Publicidad

Es que la modorra es solo un efecto de enfermedades más complejas, como insomnio, depresión, farmacodependencia (a  drogas hipnóticas para dormir), narcolepsia o apnea obstructiva del sueño. Y todas, en alguna medida, tienen su consecuencia en el rendimiento laboral, pérdidas de horas de trabajo, déficit cognitivo y desempeño intelectual.

Por ejemplo, indica, una persona con insomnio si no se cura durante el primer año, tiene dos y hasta cuatro veces más posibilidades de tener accidentes de tránsito que alguien que no lo padece.

En el caso de la narcolepsia, que es un trastorno del sueño de origen neurológico, el doctor Tafur explica que la persona se mantiene en vigilia permanente y se duerme sin previo aviso, a cualquier hora del día. Se denomina también “ataque de sueño”, que puede durar desde pocos minutos a más de una hora.

Pero existen complicaciones todavía más intensas que se manifiestan con la modorra y pueden pasar inadvertidas. Es el caso de la apnea del sueño, una obstrucción de la vía aérea superior que provoca la caída del oxígeno en la sangre durante la noche, microdespertares cerebrales e impide llegar a estadios profundos mientras se duerme (las personas se despiertan a la medianoche).

“Como se desarregla la arquitectura normal del sueño y no se descansa realmente se afecta el estado físico, la persona tiene menor rendimiento en el trabajo y aumentan los accidentes de tránsito”, explica Chérrez.

El especialista Fernando López respalda su afirmación. Dice que quien la padece tiene más riesgos al volante porque puede quedarse dormido.

“Hay gente a la que le pasa cuando se detiene en el semáforo y se despierta con el claxon del auto que está atrás”.

La enfermedad, dice, también puede originar problemas cardiacos, como hipertensión y arritmia e, incluso, provocar una muerte súbita nocturna porque “disminuye la oxigenación y se trastorna el ritmo cardiaco”.

La prevalencia de la apnea del sueño en la ciudad, según el mismo estudio, es del 3,4%. Y puede presentarse a cualquier edad, menciona Chérrez, aunque la incidencia se concentra en los 44 años.

En su consulta, de 100 pacientes evaluados, 60 presentaron el problema. “Algunos eran personas jóvenes, de 34 años y con estadios severos”.

En los niños se origina por amígdalas y adenoides (tejido atrás de la nariz) y en los adultos por mala función nasal (desviaciones de tabique) o rinitis alérgica.

Tafur agrega que también se la asocia a factores como obesidad, aunque se han visto casos en asiáticos. De ahí la recomendación de los médicos de no dejarla pasar como un síntoma habitual.

Con un estudio de sueño es posible descubrir la enfermedad base que la provoca. 

En Guayaquil se hace desde el 2001, con una máquina especial para diagnóstico.

“En algunos sitios se ha determinado como exigencia laboral el estudio básico del sueño para saber la capacidad del individuo”, indica.

Cuando se confirma el problema es posible controlar la apnea con una máscara CPAP (presión positiva continua en la vía aérea), que logra mejorar la calidad del sueño.