Hay una gran diferencia entre amar y querer. Amar es dar todo sin pedir nada a cambio, es el sentimiento más sublime que el ser humano experimenta. Es una mezcla de emociones que a veces nos hacen perder la razón.
En cambio, querer es tener, poseer y sentirse a gusto con el otro, es no sufrir. Es otra clase de sentimiento que encierra grandes emociones, pero no tan fuertes como el amor.
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En la actualidad, existe una gran diferencia de conceptos porque se confunde mucho la pasión y el deseo con el amor, por ejemplo: un simple beso no puede ser amor si no se conoce a la persona.
Amar es aquel sentimiento que sientes por Dios, tus padres, tus amigos y por aquella persona de la que estás enamorado (a) y que aun sin saberlo te hace latir el corazón y estarías dispuesto a dar tu vida.
Andrea Valencia
20 años, Estudiante de la Universidad Católica de Santiago de Guayaquil.
Caer y volverse a levantar
A veces qué difícil se nos hace decirle a alguien que lo queremos y puede que siempre esperemos el mañana para hacerlo, pero el mañana es muy incierto.
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Entonces, ¿por qué no dar ese paso hoy?, ¿por qué no decir un te quiero, un te amo o darle ese beso a esa persona tan especial?, ¿por qué solo esperamos a que las demás personas den el primer paso?, ¿y por qué no darlo nosotros? Esa es la gran pregunta.
Porque ahí están esos pequeños detalles significativos que no los vemos –pero que están allí para recordarnos el presente– ya que es de esta forma que se pasan las oportunidades que el diario vivir nos brinda y que después con el tiempo nos arrepentimos de no habernos atrevido, de no habernos lanzado a las nuevas aventuras.
Hoy puede ser tu último día de vida, así que corre, aprovéchalo, y vívelo con mesura, porque es mejor vivir el hoy, ya que el mañana tal vez no exista.
Andrea Márquez
17 años. Estudiante del colegio Juan XXIII de Pasaje.
La impotencia y el dolor
Un sentimiento de impotencia recorría tus nervios y causaba el colapso de tus pensamientos, entonces empezaste a darte cuenta de una realidad agobiante.
Viste que por mucho tiempo habías permanecido en tinieblas y por más que te golpearas la cabeza con furor no podías partirla para llenarla de autocontrol.
La agitación y el nerviosismo se hizo más agudo, tu intención fue ponerte una
máscara dura y fuerte para no dejarte herir, para no permitirte tener algún tipo de sentimiento que te obligara a caer, a ser débil como ya lo venías siendo.
En el afán de lograr tu objetivo, usaste un letrero en la frente y llegaste a convertirte en un espejo de crueldad, en una máquina causante del dolor que quisiste evitar, cuando ese dolor y esos miedos ya eran inevitables porque estaban allí para martirizarte...
Paola Leal
18 años, Estudiante de Economía de la Escuela Superior Politécnica del Litoral.